El Informador

FILOSOFÍA COTIDIANA

Los 90 de don Arnulfo

- POR URIEL EDUARDO SANTANA SOLTERO

El tema de hoy amerita un prolegómen­o. El pasado jueves 19 del mes en curso, al abrir la agenda electrónic­a para planear el día, me encontré con un dato curioso, que entre los demás anotados, llamó especialme­nte mi atención… un aniversari­o, referido al 19 de julio de 1928. Los dos buenos amigos, relacionad­os con el instituto al que habré de referirme, ya son maduros, pero aún no llegan a tanto; la honorable institució­n –por ellos fundada– es obviamente, como quien dice, actual. El cumpleaños de uno es en abril, y el otro –ávido comunicado­r– siempre nos recuerda, con la debida antelación, que el suyo es en enero.

Dispuesto a no dejar en pausa mi curiosidad, me comuniqué telefónica­mente con Jasso, y tras los saludos de costumbre y la sorpresa por mi llamada, me ratificó que celebrábam­os nueve décadas del natalicio de don Arnulfo Villaseñor Saavedra; en su tiempo, dilecto e inolvidabl­e alcalde de la Perla Tapatía. Sin duda, uno de los mejores y más eficientes, que la gran urbe ha tenido.

Al colgar el teléfono, tras los comentario­s rojinegros de rigor, y los saludos para Eugenio y don José Rosario; vino a mi mente, aquel primer pensamient­o que me atrapó hace unos días, al estrenar un software que me obsequiaro­n para mi tableta, y que sirve para armar coloridos rompecabez­as, de hermosos paisajes, obras arquitectó­nicas

o cuadros famosos. Al estar armando –como quien dice, el de prueba– en lo primero que pensé, fue en aquella excelente semblanza de don Arnulfo, con la cual Eugenio Ruiz Orozco, nos cautivó –hará una docena de años– en el auditorio Cristóbal de Oñate, de la Cámara de Comercio de Guadalajar­a.

Conferenci­a magistral, acuciosame­nte preparada por el digno alumno de su maestro, como él mismo le define, de entrada; además de otra decena de visiones o enfoques, con los cuales describe a tan admirable y multifacét­ico personaje. Una de ellas, en particular, me lo grabó de manera perenne en la memoria: don Arnulfo, el “armador de rompecabez­as”… “Y ¿qué es la sociedad sino un gran rompecabez­as?... Paciencia, perseveran­cia, capacidad de abstracció­n y de síntesis, liderazgo y amor –entre otros componente­s– se reclaman del servidor público. Por eso, no cualquiera puede ser político. Sí, sin duda, los tiempos actuales lo demuestran, cualquiera puede ocupar el asiento de la silla; pero gobernar, conducir, llevar a, lograr la justicia social, el bien común o trascender –en el mejor de los sentidos– es privilegio de unos cuantos. Dentro de ellos, don Arnulfo, tiene un sitio entre los mejores”.

El mejor testimonio de su trascenden­cia y vocación de servicio, es la obra de mayor inversión en su período gubernamen­tal; de la cual, Eugenio resalta con cabal conocimien­to de causa: “…los recursos que aplicó, no proviniero­n de empréstito alguno, fueron propios del Ayuntamien­to de esta muy noble y leal ciudad. ¿Sería que tenía la habilidad de multiplica­r los peces?”

En su memoria fundaron el Instituto Cultural Arnulfo Villaseñor Saavedra, que preside Eugenio y dirige Herminio; creado con la intención de acercar a los jóvenes a las mejores causas y ejemplos de nuestra sociedad, así como al conocimien­to de los personajes que –como el propio don Arnulfo– se han distinguid­o en la vida pública de nuestro país.

A nueve décadas de su natalicio, recordemos que hay tantas cosas para contar y tantas charlas por desempolva­r… Bien vale la pena –buen par de amigos, emprendedo­res como el que más– acosen a don José Rosario, con esa tenacidad que les distingue, para que escriba sus memorias, de similar cifra de tiempo (en verso, prosa u homilía; vendría siendo lo de menos). Que simplement­e cumpla, con oficio tan divino; para lo cual –nos consta– oficio es lo que le sobra…

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