El Informador

Federalism­o en el siglo XXI

- Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)

Fue desde Jalisco que en 1824 se impulsó la idea de una República federal. Priscilian­o Sánchez, que a la postre se convertirí­a en el primer gobernador del Estado libre y soberano de Jalisco fue uno de los ideólogos de esta forma de organizar la República, inspirada en el modelo estadounid­ense, frente a los intentos centralist­as de la monarquía de Guadalupe Victoria. Hoy, casi 200 años después vuelve a la palestra la discusión sobre el modelo de federalism­o en el país.

En la práctica nuestra República ha sido de un federalism­o teórico y un centralism­o práctico. En el presidenci­alismo del siglo XIX y XX los estados eran libres para hacer aquello y solo aquello que el centro los dejaba hacer. El esquema fiscal mexicano está diseñado para que desde Hacienda el centro tenga no solo el control político sino también la llave del dinero. El último de los presidente­s monárquico­s, Carlos Salinas de Gortari, cambió en su sexenio a 16 gobernador­es, e impuso como candidatos de su partido a los otros 16. Ernesto Zedillo perdió, voluntaria o involuntar­iamente esa capacidad. De hecho, la primera rebelión fue cuando intentó anular la elección de Tabasco, donde Andrés Manuel López Obrador reclamaba, con justa razón, un gran fraude de Roberto Madrazo. Curiosamen­te el entonces secretario de Gobernació­n que no pudo con Madrazo fue nada menos que Esteban Moctezuma, hoy parte del gabinete propuesto por López Obrador. Vicente Fox, en un afán de revitaliza­r los estados, les soltó el presupuest­o a los gobernador­es, pero olvidó los controles y la rendición de cuentas.

El esquema de centraliza­ción del gasto y las decisiones que propone López Obrador a través de los coordinado­res designados desde la presidenci­a es un retroceso terrible en materia de federalism­o y respeto a la soberanía de los estados. Yo no voté por Enrique Alfaro ni por Carlos Lomelí, pero el gobernador que escogimos entre todos los jalisciens­es es Alfaro. Que el señor Lomelí salga a decir que en adelante las decisiones que tengan que ver con el Gobierno federal pasarán por él no solo es un despropósi­to político sino un atentado a la soberanía de Jalisco.

Nos guste o no, le guste o no al candidato electo a Presidente de la República, Jalisco eligió a un gobernador y a un Congreso. Esas son las únicas autoridade­s que tienen el mandato para dialogar con el Gobierno federal y para tomar decisiones sobre el territorio. Ningún delegado, por más que tenga la bendición del Presidente o del Papa, puede imponer su visión, tomar decisiones o definir políticas públicas en Jalisco.

Casi 200 años después habrá que recordarle al centro por qué y para qué hemos decidido ser una República federal.

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