* Un albur
Del próximo técnico de la Selección mexicana pueden anticiparse dos cosas: una, que llegará al puesto animado por la intención de los dirigentes, de desarrollar, por primera vez en este país, un proyecto a largo plazo; la otra, que la designación, cualquiera que sea el nombre de “El Muchacho de la Película”…, será un albur.
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Lo primero, aunque parece lógico, está por verse. Se comprende que se vislumbre un plan de trabajo que incluya no sólo el próximo Mundial (Qatar-22) sino el de 2026. Que éste se vaya a realizar en una sede compartida por tres países, uno de los cuales será México, abre, en teoría, la perspectiva de aprovechar la condición de local para intentar llegar a la meta históricamente inaccesible, hasta ahora, para el futbol mexicano: el quinto partido que se ha convertido en una obsesión.
De entrada hay que apuntar que la cacareada condición de local no es garantía de nada. Al contrario: esa calidad, por la presión adicional que implica, puede ser un arma de dos filos. (Pregúnteselo, quien alguna duda tenga, a la Selección brasileña que hace cuatro años hizo el papelón en “su” Mundial).
* Además, considerando que para llegar al Mundial de 2026 hay que pasar por la meta intermedia del de Qatar, sería aconsejable no dar por descontada una participación decorosa en esa justa..., y recordar que los boletos para los Mundiales de Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, a México le costaron sangre, sudor y lágrimas.
En otras palabras: si el Tri se queda por debajo de las exigencias de críticos y aficionados en el próximo Mundial, difícilmente el conductor de ese proceso llegará vivo al siguiente.
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En cuanto a los candidatos que se manejan, la continuidad de Juan Carlos Osorio sigue siendo un enigma. Matías Almeyda tiene el respaldo de la aceptación que consiguieron sus métodos cuando dirigió al Guadalajara… aunque sus resultados, en los dos últimos torneos locales, ni siquiera alcanzaran la mínima nota aprobatoria. “Tuca” Ferretti, por su parte, ha demostrado sobradamente su capacidad… para conseguir los objetivos en la competencia doméstica, por una parte, y para hacerlo, por la otra, con equipos como los Tigres, respaldados por una cartera que puede formar un cartel teóricamente muy superior a la generalidad de los competidores.
Cualquiera de los tres, por lo mismo, como ya quedó apuntado, constituye un albur. O un “volado”, para decirlo en mexicano…