El Informador

¿Realmente queremos camionetas?

- MOTOR DE ARRANQUE Sergio Oliveira

No hay remedio, el mundo está inundado de SUV, crossovers o, tan simple como lo definen los mexicanos: camionetas. La populariza­ción comenzó con la Ford Explorer en los años 90, aunque el concepto ya existiera desde principios del siglo pasado. Hoy vemos a segmentos amenazados de extinción o al menos relegados a un plano muy inferior al que tenían y todos son autos como los sedán, los hatchbacks o los cupé. El mercado, aparenteme­nte, no quiere otra cosa más que las camionetas. ¿Será realmente el mercado que busca eso?

El ex CEO (jefe ejecutivo)de FCA (Fiat Chrysler Automóvile­s), Sergio Marchionne (QEPD), salió adelante y determinó el cese de la producción de los sedanes Dart y 200, de Dodge y Chrysler respectiva­mente. Para él la maniobra se debió a la necesidad de hacer vehículos más rentables, no necesariam­ente porque esos modelos tuvieran tan bajas ventas que no pudieran sobrevivir.

Pero FCA no fue ni es la única. Cuando Ford anunció que abandonarí­a la construcci­ón de una nueva fábrica en San Luis Potosí, donde se iba a producir el Focus, muchos mexicanos se sintieron traicionad­os, acusando a la marca de ceder a las presiones nacionalis­tas del entonces nuevo presidente de Estados Unidos. La realidad es que el segmento del Focus ya no es relevante como lo fue hace cinco años. En 2013 ese auto fue el más vendido en el mundo, con más de un millón de unidades. En la primera mitad de 2018 sus ventas fueron de 273 mil, lo que lo ponen en el lugar 14. La gran mayoría de esas ventas se dieron en el mayor mercado del planeta: China. Por supuesto que hace mucho más sentido fabricarlo allá que en cualquier país de Norteaméri­ca.

¿Queremos comprar o nos quieren vender?

Ahora todos queremos una camioneta ¿Verdad? No precisamen­te. Las camionetas son un fenómeno por lo menos curioso. Son mayores, lo que dificulta estacionar­se. Son más pesadas y menos aerodinámi­cas, lo que hace que gasten más gasolina, precisamen­te lo que menos se quiere con los precios del combustibl­e hoy en día. El espacio interior es marginalme­nte mayor que el de un sedán o hatchback, a veces incluso inferior. La altura libre el suelo, casi siempre un pretexto usado por muchos para comprarlas y pasar con “más tranquilid­ad” sobre topes y baches, es un mito en la mayoría de los casos. Un Chevrolet Spark por ejemplo, con un altura libre de 175 milímetros, pasa mejor por un bache que una Jeep Renegade, que solo tiene 170 mm de altura libre.

Los fabricante­s, muy hábilmente, lograron lo que querían: poner de moda las camionetas. Y esclavas de la moda como son, las mujeres nos obligan con frecuencia a comprarlas al cabo ya conocemos el dicho: “Happy wife, happy life” (esposa feliz, vida feliz).

El costo de producción de una camioneta es igual al de un auto, pero como son mayores y más altas, los consumidor­es sienten que está justificad­o pagar más por ellas. Es el efecto de la caja grande en el regalo de Navidad, los niños siempre van a pensar que el regalo mejor está en ellas.

Nadie está más feliz con esa moda que los fabricante­s. Porque no es que un Fusion hecho en Hermosillo tenga poco mercado, pero comparado a una Lincoln Aviator o a una de sus futuras camionetas como la Maverick, deja menor margen de utilidad. Y quien puede ganar más por un producto no elegirá ganar menos, es así de simple y fácil.

En resumidas cuentas, no es que estemos todos enamorados de las camionetas, son las marcas que lo están, porque encontraro­n en ellas una forma de vendernos algo que a ellos les cuesta lo mismo hacer, pero que a nosotros nos cuesta más pagar.

El costo de producción de una camioneta es igual al de un auto, pero como son mayores y más altas, los consumidor­es sienten que está justificad­o...

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