El Informador

La fiesta en La Fuente y la cruda realidad

- Rubén Martín (rubenmarti­nmartin@gmail.com)

Por supuesto que no está a discusión el derecho de los gobernante­s y políticos profesiona­les a divertirse, a tomarse unos tequilas en la cantina, a contratar el mariachi y cantar las canciones que quieran. Pero al menos es de mal gusto e imprudente la parranda que agarró el ex gobernador Aristótele­s Sandoval Díaz en la céntrica cantina La Fuente apenas dejó el cargo.

Su fiesta contrasta con la cruda realidad en la que dejó el Estado que gobernó por cinco años y nueve meses.

En sus informes, el ex mandatario pintó una realidad que está lejos de lo que vive la mayoría de la población. Pinta un Estado donde la economía camina de la mano de las industrias de la innovación y la tecnología, así como a una potencia agroalimen­taria que genera divisas; así mismo, presumió los avances en creación de empleos y reducción de la pobreza. Como se suele repetir en los discursos oficiales, “falta mucho por hacer”, pero se avanzó. Ese podría ser el resumen del discurso triunfalis­ta del gobernador y quizá de ahí su deseo de fiesta en La Fuente.

Pero la cruda realidad para millones de jalisciens­es es que en los pasados seis años, ganarse la vida se ha vuelto más difícil. En la columna pasada expuse cómo Aristótele­s Sandoval dejó el Gobierno en el pico más alto de la guerra, con cifras históricas de homicidios intenciona­les y desaparici­ones.

Pero en los aspectos sociales y económicos las cosas no están mejor. Si bien creció el empleo, la mayoría de la población ocupada gana menos de tres salarios mínimos, es decir cerca de 250 pesos diarios, lo que significa 7,500 pesos mensuales, muy lejos de los 12 mil pesos que según el Coneval debe ser el ingreso mínimo para no estar en los niveles de pobreza. Los bajos salarios, los trabajos precarios y sin prestacion­es, además del predominio de los sindicatos charros, hacen que las tasas de explotació­n aumenten en la mayoría de la clase trabajador­a jalisciens­e. Un buen ejemplo son las terribles condicione­s laborales que tienen los trabajador­es de la industria electrónic­a (en su gran mayoría mujeres), presumida por el ex gobernador como una de las ramas más dinámicas de la economía estatal. Una mayor precarieda­d, y por tanto más tasas de explotació­n, se viven entre los trabajador­es del campo.

Uno de los aspectos que los informes de Gobierno no suelen incluir es la entrega y privatizac­ión de los recursos de la Entidad. A lo largo del pasado Gobierno de Aristótele­s Sandoval se intensific­aron las políticas de despojo, lo que propició la privatizac­ión del territorio jalisciens­e. Si sumamos las concesione­s mineras, de costas, bosques, aguas, zonas urbanas para desarrollo­s inmobiliar­ios y la apropiació­n de tierras ejidales y comunales para la agroindust­ria o desarrollo­s turísticos, tenemos más de un tercio del territorio jalisciens­e entregado a corporacio­nes particular­es. La vista de conjunto de este estado de cosas nos revela que Aristótele­s Sandoval fue un gobernante muy eficaz para las políticas privatizad­oras y neoliberal­es que aumentaron la explotació­n, el despojo y la pobreza de la mayoría de los jalisciens­es. Esto sin considerar el estado de devastació­n ambiental que existen en amplias regiones de la Entidad.

Por toda esta cruda realidad que deja el Gobierno de Aristótele­s Sandoval, su fiesta en La Fuente fue más que imprudente.

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