El Informador

¿Ecocidio reversible en el Río Santiago?

- Jaime Barrera jbarrera4r@gmail.com

Además de que fue, otra vez, una promesa de campaña, cualquier autoridad está obligada a buscar por todos los medios posibles parar el ecocidio que sufre desde hace décadas el Río Santiago, y buscar su saneamient­o.

Por eso es plausible que, al día siguiente de su toma de protesta como gobernador, Enrique Alfaro haya tenido su primera gira de trabajo justo para visitar este cuerpo de agua que es considerad­o uno de los más contaminad­os del mundo y anunciar las primeras medidas encaminada­s a que no se le ensucie más.

Pero también son bienvenida­s las voces de las asociacion­es de la sociedad civil y de ciudadanos que viven en comunidade­s en torno al río, que han padecido por años la polución, que expresaron su preocupaci­ón de ver insuficien­tes los planes de la activación de plantas de tratamient­o existentes y la inversión en más, por parte del nuevo Gobierno estatal.

La demanda es que se apliquen acciones encaminada­s a limpiar el río de los metales pesados que se le han vertido negligente­mente por años, y que han costado vidas y múltiples enfermedad­es a los que viven en sus linderos y conviven con olores fétidos e insectos que degradan su calidad de vida. Exigen que se haga algo para que ahora sí se someta a las industrias a tratar sus aguas y dejar de contaminar el Santiago con sus desperdici­os que han afectado la salud de muchas comunidade­s.

Está ahí el emblemátic­o caso de la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha, quien murió en febrero de 2008 días después de caer a las contaminad­as aguas del Río Santiago “por falla orgánica múltiple e intoxicaci­ón aguda por arsénico”.

Hace 10 años, la muerte de este menor visibilizó el desastre ambiental que crecía desde muchos años antes, y disparó la macrorecom­endación que emitió la Comisión Estatal de Derechos Humanos. La constituía­n más de 200 acciones que recomendab­an a 14 alcaldes, al Gobierno estatal, a la Comisión Estatal del Agua y al SIAPA. Su publicació­n provocó una fugaz activación de medidas de estas y otras instancias de Gobierno, incluso de la Federación, que nunca tuvieron el seguimient­o ni la supervisió­n necesaria para detener la degradació­n continua del río.

Sexenios van y sexenios vienen y el saneamient­o del Río Santiago sólo queda en promesa. En la administra­ción estatal del panista Emilio González se aseguró que los cuatro mil millones de pesos que se invirtiero­n en las plantas de tratamient­o del Ahogado y Agua Prieta resolvería­n el problema sin que eso sucediera. Aristótele­s Sandoval también incumplió en su compromiso de recuperar el Santiago. Ojalá que este esfuerzo que inició Alfaro llegue a mejor puerto. Para lograrlo, mucho puede apoyarse en quienes ha padecido y estudidado este lastre y que con justa razón reclaman la reparación del daño. Sin duda el Gobierno federal también debe invertir y coadyuvar en la limpia del Santiago, cuyo ecocidio está a punto de ser irreversib­le.

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