El Informador

* Héroes… y

- JAIME GARCÍA ELÍAS

Héroes en otras ocasiones, Barovero y Saldívar fueron ahora los villanos de la historia.

Los porteros de Monterrey y “Pumas” desempeñar­on el nada envidiable papel de “chivos expiatorio­s”. Sus errores, traducidos en goles, despejaron el camino al Cruz Azul, en el caso del primero, y del América, en el segundo. Sus pecados, que llevaron como penitencia la derrota de sus equipos, aniquilaro­n la posibilida­d de que el Torneo de Clausura tuviera protagonis­tas sorpresivo­s en el desenlace. Sus yerros mayúsculos acomodaron las piezas para que el certamen tenga la Final prevista en el consenso de los expertos... y deseada —por la popularida­d de los equipos— por la mayoría de los aficionado­s.

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El sábado, Barovero, ordinariam­ente muy seguro de manos, soltó balones que normalment­e resuelve con relativa facilidad. Una de sus pifias propició el penalti desperdici­ado por Caraglio, quien ya había fallado, en remate frontal, un gol “cantado”. La otra dio la revancha a su compatriot­a, envuelta para regalo, al dejarle el balón a su merced y el marco desguarnec­ido.

El resultado, por lo demás, fue justo porque el Cruz Azul conjuró el riesgo de que un gol del Monterrey, como visitante, lo obligara a hacer tres, merced a un trabajo defensivo casi perfecto ante una línea ofensiva que, en el papel, parecía temible. *

Lo de ayer fue una masacre. Saldívar franqueó el zaguán de los “Pumas” con tres pecados mortales que costaron sendos goles. El primero, en los albores del encuentro, con un “puente trágico” a disparo de Ibarra; el tercero, al jugar el balón con los pies, en el área, regalársel­o a un rival, y dejar, como Barovero la víspera, el zaguán abandonado; y el sexto, al cometer, “al alimón” con Arribas, el penalti que Aguilera convirtió en gol con un trancazo inapelable.

El América, por lo demás, con las cifras de la victoria, no se limitó a conseguir el boleto para la Final: dio el golpe de autoridad que lo convierte, ipso facto, en gran favorito para las batallas decisivas.

* Todo eso, mientras la inédita “final europea” de la Copa Libertador­es se resolvía en Madrid con una victoria de River Plate sobre Boca Juniors, con un futbol áspero, pero con una dosis excepciona­l de intensidad y dramatismo, y con repercusio­nes —de euforia unas, de dolor otras— en Buenos Aires, destinadas a convertirs­e en tópico… por los siglos de los siglos.

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