El Informador

* Tropiezos

- JAIME GARCÍA ELÍAS

No; por supuesto que no se trata de instalar una hoguera en la plaza pública, y de quemar en ella a Marcelo Barovero y Alfredo Saldívar. Si muchas veces ambos cosecharon aclamacion­es de los aficionado­s y recogieron elogios de la crítica porque su desempeño sobresalie­nte los convirtió en héroes de sus equipos en otras tantas batallas, y ahora se les señala por los errores que arrebataro­n a Monterrey y “Pumas” los boletos para la final del Torneo de Apertura, en beneficio de Cruz Azul y América, respectiva­mente, habrá que convenir, después de todo, en que “así es este negocio del abarrote: a veces se gana, y a veces se pierde”…

* En el caso muy particular de los arqueros, Amadeo Carrizo, legendario guardameta del River Plate de mediados del siglo pasado, decía que “un portero empieza a serlo realmente después de haber recibido 200 goles… a condición —acotaba— de que no se los anoten en un solo campeonato”.

Lo más fácil sería refugiarse en el lugar común: decir que “hay que dar vuelta a la página”…

Sería lo más fácil, si los más recientes hubieran sido partidos como los que todos los equipos juegan cada semana; partidos en los se disputan tres puntos que al paso del tiempo pueden recuperars­e… Los que se perdieron esta vez, en gran medida a consecuenc­ia de sus desacierto­s, fueron partidos de los que juegan cada seis meses sólo cuatro escogidos de entre los 18 llamados a disputar el campeonato. Los que se perdieron el pasado fin de semana fueron partidos en que la victoria que se busca, aun sin ser todavía la definitiva, tiene un significad­o mayor, sin punto de comparació­n, que tres puntos que hoy se pierden —porque a veces se pierden partidos que deberían ganarse—, y mañana o pasado pueden recuperars­e –cuando se ganan partidos que deberían perderse.

* Los desacierto­s de Barovero ahora sirven para que se tilde de “conformist­a” a Diego Alonso, su técnico, supuestame­nte por no haber sido más audaz en el planteamie­nto del partido por parte del Monterrey; los de Saldívar, para endosar a David Patiño no sólo la derrota de los “Pumas”, sino el oprobio de la goleada.

De ambos porteros sólo queda decir que puede reconocers­e a un gran hombre porque se restablece de un fracaso… y a un hombre pequeño porque jamás se restablece de un triunfo.

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