El Informador

AMLO y las universida­des: dos errores o dos avisos

- Diego Petersen Farah (diego.petersen@informador.com.mx)

Primero fue el recortón en el proyecto de presupuest­o. Inmediatam­ente salió el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, a decir que se trataba de un error, que los recursos para las universida­des quedarían intactos. Luego, en el contexto de la reforma educativa de un plumazo borraron la fracción séptima del artículo tercero en el que se establece la autonomía universita­ria. Horas después el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, y el mismo Presidente de la República salieron a decir que se trataba de un error de captura.

Si hemos de creerles que se trató de dos errores consecutiv­os, no tenemos por qué no, el asunto no es menos preocupant­e, pues muestra un descuido de quienes están elaborando iniciativa­s a toda prisa, pero sobre todo que no hay quién lea los documentos antes de que los firme el Presidente. ¿Cuál era la prisa de enviar un proyecto de reforma que se va a discutir en febrero?, ¿Cuántos errores similares a la reducción de los recursos para las universida­des hay en el proyecto de presupuest­o que llega a la Cámara el sábado?

Una de las promesas más arriesgada­s de López Obrador, no solo por lo que significa sino porque el propio Presidente le puso plazo de un año, es la creación de 100 nuevas universida­des en todo el país. ¿Por qué 100 y no 94 o 116?, nadie sabe, lo más probable es que le gustó el número, pero así sean 50 o 10, el presupuest­o que requieren es enorme y no hay manera de hacerlas bien en un periodo de doce meses. Ese dinero en manos de las universida­des estatales y nacionales sería mucho más eficiente, si de lo que se trata es de abrir espacios para los jóvenes en unos cuantos meses, pero hay una desconfian­za ganada a pulso por la forma en que las universida­des evaden la rendición de cuentas y porque se han prestado para triangular recursos para destinos políticos, como se demostró en el reportaje de La estafa maestra. No podemos descartar que los errores no sean tales sino avisos, una manera de ir midiendo la reacción que tendrían frente a nuevas formas de control.

La desconfian­za del Gobierno hacia las universida­des está más que justificad­a y, después de los dos errores, la de las universida­des hacia el Gobierno federal también. Es evidente que con tantos frentes abiertos López Obrador no puede darse el lujo de confrontar­se con los universita­rios, pero comienza a enviarles mensajes: las universida­des autónomas tienen que rendir cuentas mucho más allá de lo que lo hacen ahora y no pueden escudarse en la autonomía para perpetuar sistemas antidemocr­áticos de control político.

Me temo que no estamos sino en los prolegómen­os de una relación que se antoja compleja y de la que de ambas partes hay razones de peso y perversida­des de hecho. Lo que ninguno de los dos debe perder de vista es que de lo que se trata es que tengamos más y mejor educación universita­ria.

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