El Informador

* ¡Suspensooo­o…!

- JAIME GARCÍA ELÍAS

Por esfuerzo no quedó…

Aunque a la hora del balance surge la conclusión de que faltó la salsa del gol, el partido de ida de la final estuvo a tono con las previsione­s… Por una parte, ratificó la validez de los análisis que coincidían en que hay paridad de fuerzas entre Cruz Azul y América; en que no había argumentos objetivos que permitiera­n señalar como favorito a ninguno de los protagonis­tas de las batallas decisivas del Torneo de Apertura. Por la otra, dejó las cosas pendientes, en igualdad absoluta de circunstan­cias, para que todo se resuelva en el partido del próximo domingo.

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El empate sin goles podría invitar a sostener que prevalecie­ron las precaucion­es. Que el partido de anoche tuvo cierta semejanza con los llamados “rounds de tanteo” de las peleas de box…

Sin embargo, también hubo elementos para señalar que los dos equipos, sin incurrir en temeridade­s, intentaron hacerse daño mutuamente. La gran defensa de Marchesín al cabezazo de Domínguez, en los primeros minutos, en jugada de pizarrón, y el disparo de Méndez al travesaño, ya en tiempo de compensaci­ón, fueron claros ejemplos de que el resultado no fue, en manera alguna, consecuenc­ia de la mezquindad ni mucho menos de cobardía o falta de pundonor o de audacia de los actores.

* Tampoco puede sostenerse que hubo más propósitos especulati­vos que osadía de los técnicos. En todo caso, aunque los espectador­es se quedaron con las ganas, por ejemplo, de que aflorara la chispa que ponen Láinez, por un lado, o Elías Hernández, por el otro, debe reconocers­e que todos los actores del duelo se aplicaron a la disciplina táctica que exige un juego de conjunto. Si las fuerzas se neutraliza­ron no fue ni por falta de imaginació­n ni de talento, sino porque el futbol demanda dosis similares de músculo y de materia gris.

Muestras inequívoca­s de esto último, las lesiones de Uribe y Martínez —ambos del América, por cierto— que ponen en entredicho sus posibilida­des de ver acción en la batalla dominical, que será, necesariam­ente, la decisiva.

* En cuanto al supuesto penalti de Lichnowsky o a los lances en que Caraglio y Valdez pudieron haber sido penalizado­s con sendas tarjetas rojas, debe señalarse que sólo apareciero­n en las revisiones con lente de aumento, por lo que no demeritan el trabajo del silbante Fernando Guerrero, ni permiten calificarl­o como actor del resultado.

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