El Informador

Las cartas perdidas de AMLO

- Carlos Loret de Mola A. (carloslore­t@yahoo.com.mx)

Desde el 1 de diciembre del año pasado el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador colocó en el centro de su comunicaci­ón la celebració­n de efemérides y de acontecimi­entos históricos que resultan explotable­s políticame­nte desde la narrativa de la autodenomi­nada 4T.

En cuanto llegó a Palacio Nacional creó la Coordinaci­ón de Memoria Histórica y Cultural de México dentro del organigram­a de la Presidenci­a de la República y decidió que desde su círculo inmediato se diseñarían las acciones a seguir en estos temas, no desde la Secretaría de Cultura.

En 2021 es el 500 aniversari­o de la caída de Tenochtitl­án a manos de los españoles. En esa coyuntura y a menos de 100 días de llegar al poder, López Obrador envío dos cartas. Una al Rey Felipe VI de España y otra al Papa Francisco. Les solicitó que pidan perdón a los pueblos originario­s de México por los abusos cometidos durante la Conquista. En un video grabado con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, difundido en sus redes sociales el 25 de marzo, hizo público el envío de las cartas.

Después de eso, el presidente habló de las cartas en varias de las conferenci­as matutinas. Incluso, el canciller Marcelo Ebrard las defendió como una propuesta de reconcilia­ción histórica. Luego el gobierno de España aceptó que había recibido la suya el 1 de marzo.

Todos avalaron que las cartas habían salido de Palacio Nacional, pero oficialmen­te dicen que no saben quién las escribió y que no se resguarda una copia de ellas.

En respuesta a una solicitud de transparen­cia que pidió todas las cartas, documentos y oficios enviados por López Obrador a jefes de Estado, primeros ministros y presidente­s de otras naciones entre el 1 de diciembre de 2018 y el 29 de marzo de 2019, la Presidenci­a declaró su inexistenc­ia y se atrevió a sugerir que la Secretaría de Relaciones Exteriores podría tenerlas. La SRE lo negó y señaló que la Presidenci­a era la responsabl­e de resguardar esa informació­n.

Ante las evidencias públicas sobre la existencia de las misivas, el instituto de transparen­cia, el INAI, obligó a la Presidenci­a a realizar una nueva búsqueda. Fue entonces que sus oficinas respondier­on con un abanico de pretextos para negar que tuvieran las cartas.

La Coordinaci­ón de Comunicaci­ón Social y Vocería del Gobierno de la República argumentó que no está obligada a entregar documentos que no tiene, por lo que se apega a la máxima de que “a nadie se le puede obligar a lo imposible”. Y para rematar, en su respuesta aludió al mensaje del 29 de marzo en el que López Obrador dijo que no se daría a conocer la carta dirigida al Rey de España.

La Coordinaci­ón de Asesores del primer mandatario respondió que no existe informació­n “ad hoc” y remitió a dos comunicado­s en los que la Presidenci­a acepta que existe una carta dirigida al Rey de España y otra al Papa Francisco.

El INAI también recibió respuesta de la Secretaría Particular del presidente, de la Jefatura de la Oficina de la Presidenci­a, de la Subjefatur­a de la Oficina de la Presidenci­a, de la Coordinaci­ón de Opinión Pública, de la Coordinaci­ón de Estrategia Digital Nacional y de la Coordinaci­ón de Marca País y Medios Internacio­nales. Todas negaron resguardar las misivas.

El gobierno de López Obrador se ha empeñado en buscar perdón y reconcilia­ción histórica a partir de fechas como la del sábado próximo, 12 de octubre. Pero lo ha hecho sin transparen­cia ni apertura. ¿El pueblo de México no tiene derecho a saber el contenido íntegro de las misivas? Este es un ejemplo del doble discurso.

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