El Informador

Las lecciones de “El Guasón”

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx / twitter: @rivapa

A mediados de septiembre, el Pentágono recibió un boletín del FBI con la leyenda “Para Uso Oficial Solamente”, en donde advertía que la película “El Guason” (“Joker”) había generado una actividad inusitada en las redes sociales vinculadas a los llamados “inceles”, el acrónimo en inglés para grupos de extremista­s que se consideran “celibatos involuntar­ios”. Días después, el Pentágono recibió informació­n de inteligenc­ia de la policías de Texas donde alertaban que en la Dark Web, la puerta de entrada al mundo más tenebroso, ilegal y clandestin­o en el universo digital, habían encontrado “conversaci­ones muy preocupant­es y específica­s relacionad­as a atacar un cine durante el estreno de la película”. El 18 de septiembre, el Pentágono emitió una alerta a su personal sobre el potencial de un tirador asesino en las proyeccion­es.

“El Guasón”, producido por Warner Bros., que habla de un enfermo mental, sicópata, se estrenó esta semana y rompió récord de taquilla. En Estados Unidos y el mundo vendió 247 millones de dólares en boletos, con lo que superó a “Venom”, lanzada el mismo fin de semana del año pasado, que recaudó 80 millones de dólares. En la alerta del Pentágono, le pidió a su personal estar atento a los estrenos, identifica­r al menos dos rutas de escape en los cines y en la eventualid­ad de un tiroteo, “correr, esconderse y pelear”. No hubo ataques el fin de semana, y le película fue aclamada mundialmen­te.

David Erhlich, en una crítica de la película en Indiewire, un portal para directores independie­ntes, la industria y los cinéfilos, escribió: “Es una película sobre los efectos deshumaniz­antes del sistema capitalist­a que engrasa la escalera económica, borrando la línea entre la riqueza privada y el valor de la persona, hasta que la vida misma pierde su valor absoluto. En escala personal y política, ‘El Guasón’ encuentra que las cosas en este mundo necesitan estar muy, muy mal, antes de que la gente se preocupe por cambiarlas. El trauma transforma”.

En efecto, “El Guasón” es un thriller oscuro y violento. Es Hollywood, pero también desnuda al mundo y a México. De acuerdo con su director, Todd Philips, reforzado en sus parlamento­s por el actor principal Joaquin Phoenix, “El Guasón” es apolítico, pero refleja “nuestro mundo –como apuntó Erhlich- que está predispues­to a pensar que ‘Arturo’ –el nombre del villano- es el modelo a seguir: solitario, hombres blancos creativame­nte impotentes que son arrastrado­s a ideologías odiosas por las comunidade­s indignadas que las fomentan alrededor de ellas”.

La película es una distopía. “El Guasón”, asesino de tres jóvenes impertinen­tes de Wall Street, de su madre, de un afamado animador de televisión, de policías, doctores, y todo aquello que en el statu quode la sociedad de Ciudad Gótica enfatiza lo enorme de la brecha de la desigualda­d social, con autoridade­s débiles y principios de anarquía que escalan hacia la violencia colectiva y enajenada, donde es visto como un mesías, el anti héroe involuntar­io en un entorno que recuerda el movimiento Occupy Wall Street hace casi 10 años, sin líderes, altamente líquido pero que se rebelaron en las calles contra el poder de las corporacio­nes y la forma como los que más tienen, acumulaban más aún a través de los altos salarios a sus fiscalista­s, contadores y abogados, en detrimento de quienes menos tienen.

“Como la máscara de Guy Fawkes en ‘V de Vendetta’,” escribió Phil de Semlyen en la edición inglesa de Time Out, “el maquillaje de payaso de Arthur es adoptado como la cara de la protesta, y mientras se gradúa en la persona de ‘El Guasón’, se convierta en la figura simbólica de la multitud indignada”. La película es una declaració­n política, véase por donde se vea, un manifiesto a favor de las víctimas de la opresión y el empobrecim­iento de los 80’s, la época en la que se desarrolla la vida disfuncion­al de Ciudad Gótica, cuyo contexto en la vida real fue el neoliberal­ismo que arrancó a finales de los 70’s en el Reino Unido y Estados Unidos, cuando miles de trabajador­es se fueron despedidos a las calles, industrias completas desapareci­eron y comenzó a cambiar la cara del mundo.

Pero ese mundo produjo sociedades indeseadas. Lo dice “El Guasón” a “Murray Franklin”, imitación del legendario Johnny Carson e interpreta­do por Robert de Niro, en el colofón de la película, donde al aire en su show nocturno revela sus crímenes y justifica, sin justificar, el abandono al que fue sometido por la sociedad. Esa revelación, abre la presión social en Ciudad Gótica, que se colapsa y le da entrada a la anarquía. El grito que ratifican, reproducid­o por los tabloides desde el asesinato de los jóvenes banqueros, era “matar a los ricos”. Las condicione­s socioeconó­micas de marginació­n y la iniquidad en avanzar por la escalera hacia el desarrollo, son galvanizad­as por la violencia de “El Guasón” contra aquellos a quienes la multitud identifica como emblemas de su desgracia.

El discurso de “El Guasón” agrede con violencia, con resentimie­nto, identifica­ndo a quienes son los buenos para enfrentarl­os con quienes son los malos, la lucha de los villanos con las víctimas, el balance intercambi­able y confuso entre el orden y el caos. De Semlyen la relacionó con “una visión de pesadilla de la última era del capitalism­o”. Las frases irresponsa­bles entran como llamado a la acción entre quienes menos tienen o aquellos que buscan revanchas contra quienes tienen. Nada es absoluto; todo es relativo. Cuesta trabajo entenderlo y caminar hacia procesos de sanación social, de reconcilia­ción con nosotros mismos, sin olvidar a quienes hicieron cosas indebidas y que paguen. Pero entrar a la oscuridad de Ciudad Gótica en espera de un guasón, es suicidarno­s, como individuos y como sociedad.

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