El Informador

AMLO el elogioso

- Jaime Barrera jbarrera4r@gmail.com

Areserva de esperar el post-discurso y los post-tuits que emita el voluble presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podemos decir que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) salió más que bien librado del episodio de alto riesgo que significó su primera visita oficial a la Casa Blanca, para celebrar la entrada en vigor del nuevo tratado comercial de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

La cancillerí­a mexicana que encabeza Marcelo Ebrard hizo un notable trabajo para desactivar los muchos campos minados que representa­ba acudir a los Estados Unidos en plena campaña electoral en la que el magnate busca la reelección y va abajo en las encuestas.

AMLO jugó bien hacia dentro y hacia fuera y, excepto lo excedido de los elogios a su homólogo estadounid­ense, el comportami­ento del Presidente resultó mucho mejor de lo que muchos esperaban, incluidos sus adversario­s, que condenaron haber hecho esa visita.

Para sus simpatizan­tes, el Presidente confirmó su prometida austeridad al convertirs­e en el primero en llegar en clase turista de un vuelo comercial haciendo escala en Atlanta, sin la pompa y el despliegue de personal de sus antecesore­s. También lo hizo al dejar los lujosos hoteles de Washington y pernoctar en la Embajada de México en Estados Unidos.

Experto como es en el manejo de los símbolos, ignoró las sugerencia­s de sus críticos de equilibrar la visita con un encuentro con alguna figura del partido demócrata o algún líder migrante mexicano, y dedicó las horas previas de su llegada con Trump para visitar los monumentos de los emblemátic­os presidente­s, Abraham Lincoln, de Estados Unidos, y de Benito Juárez, de México.

Tras escuchar un discurso sin desplantes y hasta comedido de su anfitrión, López Obrador leyó con menos pausas de las que acostumbra en sus mañaneras, un buen discurso que habló de los retos que tienen México, Estados Unidos y Canadá como bloque comercial ante el mundo. Como prietito en el arroz quedará la parte final en la que atribuyó puras virtudes en la actitud de Trump hacia México, ignorando olímpicame­nte sus chantajes, como el de imponer aranceles que lo hicieron cambiar radicalmen­te su política migratoria.

Al hacerse acompañar a la cena con la y los más grandes magnates de México, AMLO demostró al gobierno estadounid­ense que, pese a su ríspida relación con los dirigentes de las cúpulas empresaria­les del País (marginados del viaje), tiene el respaldo de los capitales más importante­s mexicanos para lo que el T-MEC requiera.

Para buena suerte de López Obrador, y como si pareciera un agradecimi­ento a las palabras de enaltecimi­ento a Trump, justo en el día del encuentro, el gobierno estadounid­ense detuvo al ex gobernador de Chihuahua, César Duarte, a quien se trajo como regalo. Pero lo dicho, habrá que esperar la interpreta­ción trumpiana hoy de su encuentro con AMLO.

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