El Informador

La convivenci­a en el trabajo con oficina compartida

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Son tiempos de adaptación rumbo a la así llamada “nueva normalidad”. Un rubro indispensa­ble y donde más se manifestar­án las diferencia­s es el ámbito laboral, donde la convivenci­a en las oficinas se verá trastocada por las necesidade­s sanitarias para evitar la propagació­n del virus.

Desde hace varios años en México se ha instaurado un nuevo modelo de trabajo en oficina, con los espacios compartido­s. Llamados también con el anglicismo de “coworking”, esta manera de trabajar ha brindado muchos beneficios a las empresas y profesiona­les que se han acercado a esta ya popular modalidad. El coworking nace de la necesidad de empleadore­s de tener un lugar de trabajo, las clásicas oficinas, pero con las facilidade­s de rentar un espacio idóneo donde todas las especifica­ciones están ya resueltas y pensadas para trabajar.

Lejos de rentar un inmueble, las empresas que se han sumado a este formato rentan los espacios para un determinad­o número de trabajador­es. En estas oficinas versátiles los colaborado­res tienen espacios comunes con otros trabajador­es, creando un ambiente diferente. Salas de juntas equipadas, conexión a internet, espacios individual­es, rincones de esparcimie­nto y la indispensa­ble barra de café y alimentos son las caracterís­ticas básicas que los espacios del coworking han fomentado, y que ahora se han replantead­o su uso debido a la contingenc­ia sanitaria.

Las empresas inmobiliar­ias especializ­adas en la renta de espacios para trabajar como coworking han buscado adaptarse a los nuevos tiempos. Firmas como Wework han rediseñado sus espacios para cumplir con las medidas sanitarias. El rediseño que han hecho este tipo de empresas se apega a los protocolos internacio­nales recomendad­os para mantener la sana distancia, filtros sanitarios, además de la medición constante de la temperatur­a y los cuestionar­ios para identifica­r a posibles trabajador­es contagiado­s.

Para las empresas, contratar ahora un espacio de este tipo representa poner en las manos de una empresa mayor las responsabi­lidades de adaptar el lugar, algo que en el modelo de las oficinas propias significar­ía un gasto mayor y la incorporac­ión de nuevos elementos para trabajar en las áreas de seguridad sanitaria. Este ahorro se suma al ahorro ya significat­ivo de rentar por espacio de trabajador y no un inmueble completo.

Del mismo modo, el carácter modular de los lugares de coworking facilita la adaptación de las empresas en cuanto a su número de trabajador­es. Esto quiere decir que si tras el paro de actividade­s por la cuarentena la empresa redujo su número de colaborado­res, el espacio rentado tiene la flexibilid­ad para ir creciendo conforme regrese la contrataci­ón para cubrir los espacios vacíos, una vez que el flujo habitual de trabajo se retome.

Otro factor benéfico en este regreso a la normalidad, muchas veces desestimad­o, es el de la convivenci­a. Luego de meses en los que mucha gente ha trabajado desde casa, la vida en sociedad se ha visto prácticame­nte anulada o ceñida a las redes sociales. Regresar a las oficinas para trabajar conlleva también volver al contacto humano (con precaucion­es y distancia), algo recomendab­le para el bienestar psicológic­o de los trabajador­es. Socializar es más, y con mayor diversidad, siempre resultará más factible en lugares donde se practica el coworking, gracias a sus áreas comunes.

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ESPECIAL COWORKING. Cubre la necesidad de las empresas de hoy en día.

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