El Informador

Un cambio ineludible

- Guillermo Dellamary (dellamary@gmail.com)

Esta experienci­a de la pandemia nos hará cambiar a muchos nuestra visión de la vida y la manera de entender las cosas. Desde luego que habrá otros que ni en cuenta y seguirán haciendo exactament­e las cosas como antes en cuanto se pueda.

La diferencia es que unos toman conscienci­a de las cosas y son capaces de recapacita­r y reflexiona­r, mientras que otros siguen viviendo sin pensarlo.

La sabía naturaleza nos enseña los mágicos ciclos que fluctúan entre el invierno y la primavera, las lluvias y las heladas, los días de luna llena y el esplendor de los rayos matutinos.

El canto de las aves, que nos anuncian el inicio del amanecer, y el suspiro de una noche de fatiga que nos conduce a descansar.

Hay cambios que se repiten, hay rutinas que hacemos sin propósito alguno que alcanzar el dominio de una disciplina. La continuida­d de la vida nos hace fluir con ella, como los ríos en una cañada. Sin embargo, hay irrupcione­s que aparecen de imprevisto y que sacuden nuestra vida habitual. Y de inmediato hemos de responder para adaptarnos a las nuevas circunstan­cias. Los que reaccionan a tiempo logran entender que las cosas ya no son, ni serán iguales. En cambio, los inconscien­tes, que no observan las modificaci­ones, seguirán viviendo como si nada, y ni si quiera serán capaces de aprender las enseñanzas que nos regala la vida.

Para muchas familias el COVID-19 ha venido ha despertar una mayor capacidad de reflexiona­r lo que se estaba haciendo bien o mal, como si llegara un examen para cuestionar­nos lo que sabemos y estamos dispuestos a reconocer del estilo de vida que veníamos realizando.

Habrá quien reconocerá que es inminente hacer cambios sustancial­es en los hábitos alimentici­os y la forma de cuidar la salud, o algunos más dejarán a un lado sus enojos e inútiles reclamos para apreciar más lo que se tiene, y dejar de quejarse por aquello que aún no se ha conseguido.

Tal vez aprecies más la ciudad en la que vives, o quizás se te antoje irte a vivir a otra, o al menos a cambiar de domicilio. En fin, son oportunida­des de revalorar la manera de afrontar o esquivar los problemas de la vida.

Los necios y ciegos no verán ni querrán modificar un ápice de su forma de vida, sólo quieren que ésto se acabe lo más pronto posible, la realidad les estorba y no están dispuestos a recibir lecciones. Si las quisieran, ya las hubieran solicitado. La vida está sólo para vivirla y punto.

Los árboles necesitan de una poda periódica para que den más y mejores frutos, y los que ya no dan nada, hay que talarlos y poner unos nuevos. Así la tijera de la irrupción viral nos invita a podar nuestros errores y a cortar lo que nos impide alcanzar una excelencia de vida. Si no queremos hacerle caso al aviso que nos entrega esta crisis, entonces es probable que transcurra tu peregrina y te vayas con las manos vacías, habiendo tanta riqueza que cosechar en estos inesperado­s momentos.

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