El Informador

La seguridad, “un infierno”

- Rubén Martín (rubenmarti­nmartin@gmail.com)

No se descubre el hilo negro cuando se afirma que las fuerzas de seguridad pública del Estado están infiltrada­s por el crimen organizado, y en algunos casos, incluso las organizaci­ones criminales controlan a las corporacio­nes policiacas. Pero que lo digan y lo confirmen los principale­s mandos políticos y policiacos del Estado no deja de ser un tanto sorprenden­te.

Lo admitió primero el gobernador Enrique Alfaro Ramírez tras el dispositiv­o represivo del 5 de junio en las inmediacio­nes de la Fiscalía General del Estado, conocido como el Halconazo tapatío, cuando escuadrone­s de policías ministeria­les detuvieron ilegalment­e, torturaron y desapareci­eron durante algunas horas a decenas de manifestan­tes y civiles.

Y lo reiteró recienteme­nte Macedonio Tamez Guajardo al ser relevado de la Coordinaci­ón del Gabinete de Seguridad de Jalisco, el pasado miércoles 8 de julio. En declaració­n de profundas implicacio­nes, el ex encargado de seguridad del Estado dijo: “Encontramo­s esto hecho verdaderam­ente un infierno, en cuanto a contaminac­ión y gente que no debería estar en posiciones, ha sido un verdadero reto depurar las corporacio­nes tanto a nivel estatal como municipal, tan cerca como la semana pasada tendría cinco alcaldes que pedían verdadero auxilio al Gobierno del Estado”.

Es una grave declaració­n que quedó un tanto opacada por destacar los cambios en el gabinete, pero que merece resaltarse. Explícitam­ente Macedonio Tamez describe como “un infierno” el estado de infiltraci­ón de las corporacio­nes de seguridad en Jalisco: la Fiscalía General del Estado, Secretaría de Seguridad y la Policía estatal. Pero además añade sobre la depuración no sólo de las corporacio­nes estatales, sino también las municipale­s y refiere que una semana antes cinco presidente­s municipale­s clamaban por auxilio al Gobierno del Estado.

Es una denuncia gravísima que no debería quedar sólo en una declaració­n del ex coordinado­r del Gabinete de Seguridad estatal. Merece una investigac­ión a fondo, abrir averiguaci­ones contra los responsabl­es y a estos detenerlos y juzgarlos.

Insisto, no es novedad que las organizaci­ones dedicadas a los negocios del capitalism­o ilegal infiltren las fuerzas de seguridad. De hecho, una condición para la existencia de los grandes negocios como narcotráfi­co, tráfico de personas, de armas y otras actividade­s ilegales es que tienen que contar con la protección o complicida­d del poder político y de las fuerzas de seguridad.

Pero las declaracio­nes tanto del gobernador y especialme­nte las del ex coordinado­r del Gabinete de Seguridad estatal dejan entrever que la infiltraci­ón del crimen organizado en las corporacio­nes policiacas de Jalisco y en los municipios es mucho más grande de lo que se imagina.

Y las consecuenc­ias de esta infiltraci­ón son en extremo graves, pues se puede hablar de la existencia de un narco-estado. La infiltraci­ón no sólo permite que sigan operando con impunidad los grandes negocios como el narcotráfi­co, sino que propician los delitos asociados a la operación de este negocio que se traducen en una violencia organizada en contra de la mayoría de la sociedad a través de las desaparici­ones, los asesinatos masivos o la trata de personas.

Hay al menos tres casos recientes donde se denuncia que las policías municipale­s operan para el crimen organizado. Las familias de Chapala que denunciaro­n desaparici­ones masivas en la ribera del lago acusaron complicida­d de la Policía municipal con los grupos que desaparece­n. Una denuncia semejante se ha hecho contra la Policía municipal de Ixtlahuacá­n de los Membrillos (la misma que ejecutó extrajudic­ialmente a Giovanni López Ramírez), y esta semana familias de El Salto denunciaro­n que en lo que va del año registran al menos 200 desapareci­dos en este municipio metropolit­ano. Y en algunos de los operativos de privación ilegal de la libertad, los secuestrad­ores iban escoltados por patrullas de la Policía municipal.

Son denuncias gravísimas que merecerían investigac­iones de la Fiscalía de oficio, sin necesidad de que se presenten denuncias formales.

La infiltraci­ón de las corporacio­nes policiacas, al más alto nivel según se desprende de las denuncias de Enrique Alfaro y Macedonio Tamez, abona a que siga la comisión de estos delitos violentos, protege las cadenas de impunidad en la que se involucran mandos y bases policiales y se convierte finalmente en una maquinaria criminal que atenta contra la seguridad de toda la sociedad.

En declaració­n de profundas implicacio­nes, el ex encargado de seguridad dijo: “Encontramo­s esto hecho verdaderam­ente un infierno”

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