Urge un nuevo modelo económico
Tras la muerte del modelo comunista y la estrepitosa desaparición del paraíso del proletariado quedó solo el capitalismo, ahora denominado neoliberalismo, pero este modelo hegemónico a partir de la inhibición total de la Unión Soviética también está mostrando su fracaso total y su carencia de respuestas para los nuevos retos de la humanidad, como lo son el cambio climático, la globalización y la insultante desigualdad y sobre concentración de la riqueza mundial en unas cuantas manos, dejando en estado de pobreza a la gran mayoría de los seres humanos. Es por ello que la mayoría de los economistas expertos a nivel mundial está pidiendo que se analice al actual capitalismo y que se le reforme o que se implementen medidas eficaces para poder resolver los lacerantes problemas de la desigualdad económica entre países e individuos en todo el orbe.
La realidad es que el mundo actual ha vivido días orgiásticos comparables con los años finales del Imperio Romano, que pueden derivar ya sea a un nuevo Renacimiento o a un neofeudalismo y la consiguiente Edad Obscura como la que caracterizó a los siglos inmediatos a la caída de aquel Imperio. Hace falta modificar el modelo económico actual e implementar un nuevo modelo con rostro humano, como algunos lo han definido.
Para ello se requiere gran voluntad po
El caso es que los aduladores elogios que le ha dedicado Trump a nuestro Presidente, no deben hacernos caer en la trampa de creer que son ciertos y sinceros, sobre todo después de habernos calificado a todos los mexicanos de criminales y violadores. Por una parte, el dicho muy sabio dice que el desmedido elogio no es sino vituperio y, por la otra, Trump lo que quiere es congraciarse con los residentes de origen mexicano que votarán en las próximas elecciones de noviembre, de manera que no se debe caer en el garlito, pero tenemos la confianza que dicha acción totalmente politizada y politiquera, no le rendirá fruto alguno al cuasi dictador Trump.
lítica y liderazgo con credibilidad a prueba de bombas, para lograr una mayor equidad en la distribución de la riqueza, tanto entre los países como entre los individuos, que necesariamente se deberá traducir en mayor justicia y participación en los beneficios de la modernidad para la mayor parte de los habitantes del planeta. Los signos alarmantes de inconformidad y descontento ya están emergiendo a la luz pública, pero lamentablemente sólo han servido para que los populistas y demagogos aprovechen el río revuelto para sus perversas intenciones.