El Informador

Ricardo S Beruben

- Jaime Barrera jbarrera4r@gmail.com

Resaltares­altar su apellido materno en su cuenta de tuiter habla de la gran influencia que ejerció en la vida del nuevo coordinado­r del gabinete de seguridad, Ricardo Sánchez Beruben, su abuelo, oriundo de La Barca, Jalisco, el General Ignacio Beruben Arquiet, destacado mando de la Secretaría de la Defensa Nacional, conocido también como el militar guadalupan­o por su profundo fervor religioso.

Siendo apenas un niño, en una misión antinarcót­icos en Guadalajar­a el 27 de junio de 1996, murió su tío, hijo del General y hermano de su madre, Daniel Beruben Jaime, quien colaboraba con la DEA. Su nombre figura en la lista de agentes caídos en México a manos de las mafias mexicanas en un informe del Senado norteameri­cano donde desde 1997, se volvía a alertar del poder y la infiltraci­ón del narco en el gobierno mexicano.

Tal vez de esos antecedent­es familiares venga la inclinació­n del joven Ricardo a los temas policiales y de seguridad, aunque no figure en su hoja de vida ningún puesto o participac­ión en alguna corporació­n policial.

Esa la empezó a tener desde el miércoles que fue nombrado para relevar a Macedonio Tamez en la difusa coordinaci­ón del gabinete de seguridad y su primer encuentro que tuvo ayer con los mandos de la Secretaría de Seguridad Pública, en la que, según difundió en sus redes sociales, se puso a disposició­n para ver las necesidade­s de la corporació­n, hacer un diagnóstic­o y brindar seguimient­o y coordinar los trabajos para ponerlos al servicio de cada ciudadano.

Antes había analizado estos temas desde el escritorio que le asignaron en Los Pinos cuando fue invitado por Aurelio Nuño, entonces jefe de la oficina de la Presidenci­a en el sexenio de Enrique Peña Nieto, que lo llamó luego de lograr el mejor promedio de la primera generación de la Escuela Nacional de Cuadros del PRI, partido al que se afilió a los 18 años consideran­do que ofrecía a los jóvenes “oportunida­des de crecimient­o personal y de servicio a través de la política”.

Vino después su desencanto por el PRI, y este abogado por la Udeg y maestro en alta dirección pública por la Fundación Ortega y Gasset en colaboraci­ón con la Universida­d Internacio­nal Menéndez Pelayo de Madrid, apareció en el equipo de campaña de Enrique Alfaro para la gubernatur­a por el partido Movimiento Ciudadano, como secretario técnico, y hasta la semana pasada fungió como director de análisis y evaluación en el despacho del mandatario estatal.

Ahora tiene la difícil tarea de sacar de la opacidad una coordinaci­ón que no ha dejado claro los aportes y beneficios de su creación (como tampoco las otras tres que conforman la primera línea de gobierno y que dividen al gobernador de los secretario­s) y definir exactament­e qué relación de mando tendrá con el secretario de Seguridad y con el fiscal general en la reestructu­ra de esa dependenci­a en la que de entrada deberá dejar de gastar 11 millones de pesos que no sabíamos para qué estaban. Desde aquí lo menos que podemos hacer es desearle éxito a Ricardo por el bien de los jalisciens­es.

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