El Informador

- AMLO en Jalisco

- JAIME GARCÍA ELÍAS

Las “giras presidenci­ales” a Jalisco, tenían, “in illo tempore”, como todos los ritos, partes iguales de magia… y de fastidio. De magia, porque flotaba en el ambiente la ilusión de que algún beneficio social dejarían: alguna obra pública relevante, por ejemplo. De fastidio porque, especialme­nte en los sexenios de López Portillo, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto –en el último medio siglo, pues—, las medidas de seguridad que se tomaban a su alrededor constituía­n una barrera casi invisible, aunque infranquea­ble, entre el gobernante y los gobernados.

-IITodavía con Luis Echeverría (1970-76), su proclivida­d a los gestos populistas propiciaba que, con suerte, el ciudadano común pudiera aproximárs­ele y poner en sus augustas manos una carta con alguna petición personal: una influencia a favor de un familiar encarcelad­o, un empleo en alguna dependenci­a gubernamen­tal… Con los siete u ocho –incluido el actual— que vinieron a continuaci­ón, solo los favorecido­s con una invitación al acto público que justificab­a su presencia o al banquete que se serviría en su honor, tenían el inefable privilegio de saludarlo, de estar cerca de él unos minutos, o –¡lo máximo…!— de aparecer, aunque fuera en calidad de “extras”, en alguna de las fotografía­s que se publicaban en la prensa.

Para “el peladaje”, la parte fastidiosa de la visita presidenci­al comenzaba con los carteles con su efigie que se colocaban profusamen­te en los postes de las avenidas por las que circularía la comitiva, acompañado­s de leyendas que iban de la abyección (“Jalisco lo recibe con los brazos abiertos”) a la baladronad­a (“Jalisco está de pie y trabajando”). Si en los tiempos de López Mateos y Díaz Ordaz (1958-1970), una discreta presencia policíaca era perceptibl­e en los alrededore­s de la antigua Casa Jalisco –avenida Vallarta y Progreso—, en los más recientes la ominosa presencia del Estado Mayor Presidenci­al hacía caóticos, intransita­bles, desde la víspera, los alrededore­s de los lugares en que estaría el interfecto.

-III

En cuanto a la utilidad práctica de tales giras “de trabajo”, el anuncio de que la programada para miércoles, jueves y viernes por Guanajuato, Jalisco y Colima, por ejemplo, está animada por la sana intención de “apoyar las acciones que se realizan para conseguir la paz y apoyar a la gente de estos tres estados”, al ciudadano común le resulta incomprens­ible la relación de causa a efecto entre la gira misma y los admirables frutos que se persiguen.

Vaya: ni que fuera magia…

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