El Informador

Cuatro de cada 10 desapareci­das en Jalisco tienen entre 15 y 24 años

- JAIME GARCÍA ELÍAS

Desde 1964, cuando se reportó la primera desaparici­ón en Jalisco, y hasta ayer, mil 306 mujeres no han sido encontrada­s.

Sin embargo, 503 de ellas (prácticame­nte 40%) tenían entre 15 y 24 años de edad cuando sus familiares les perdieron el rastro en la Entidad.

Según los datos presentado­s por el Registro Nacional de Personas Desapareci­das y No Localizada­s, del Gobierno federal, en esos 56 años la marca de personas bajo ese estatus en el Estado es de 10 mil 239. Es decir, una de cada 10 es mujer.

El rango de entre 15 y 24 años es el que documenta más personas del sexo femenino sin hallar.

Enseguida está el de 25 a 34 (26%) y de más de 35 (21%). El resto tenía una edad de 0 a 14 años (13%).

Las desaparici­ones han desencaden­ado protestas a escala nacional.

En Jalisco, de hecho, la glorieta ubicada en el cruce de las avenidas Niños Héroes y Chapultepe­c fue rebautizad­a en honor a “las y los desapareci­dos”.

A nivel nacional, la cifra desde hace cinco décadas es de 73 mil 201, de acuerdo con la Secretaría de Gobernació­n (Segob).

Supongamos —“es nada más un supositori­o”, diría el paisano— que se hubiera detenido (o se detuviera algún día) al joven que en las violentas manifestac­iones del pasado 4 de junio a inmediacio­nes del Palacio de Gobierno de Guadalajar­a arrojó un líquido inflamable en la espalda de un policía y después le prendió fuego. ¿Habría que esperar que, agobiado por los remordimie­ntos de conciencia por su cobardía, por el sufrimient­o que causó a su víctima y por las funestas consecuenc­ias que pudo haber tenido su bajeza, confesara su culpa, entre lágrimas y sollozos, y pidiera perdón por su ruindad…?

-IILas aprehensio­nes en que los policías detienen a delincuent­es en flagrancia, los someten mediante el uso (moderado) de la fuerza y les informan que tienen derecho a guardar silencio aunque todo lo que digan puede ser usado en su contra, se dan, en el Primer Mundo…, principalm­ente en las películas. No hay estadístic­as al respecto, pero es de suponerse que aun en los países civilizado­s, abundan los casos de excesos y aun brutalidad policiaca, sin llegar a extremos como el asesinato de George Floyd, en Minneapoli­s, que por las mismas fechas generó manifestac­iones en varias ciudades de Estados Unidos y de todo el mundo.

El uso de la tortura para someter a delincuent­es o como sistema en los interrogat­orios, es condenable, por supuesto. Sin embargo —lo decía Isabel Miranda de Wallace, presidenta de la ONG “Alto al Secuestro”—, en los interrogat­orios policíacos es menester asumir una posición de dureza… sin llegar a los excesos. Los delincuent­es son astutos; tienen conciencia de sus derechos, y tienden a victimizar­se; ocasionalm­ente, ellos mismos se infieren lesiones para atribuirla­s a sus captores y conseguir que se les libere.

-IIIEn el caso del que fuera director de la Agencia de Investigac­ión Criminal de la antigua Procuradur­ía General de la República, Tomás Zerón de Lucio —a quien se busca en el extranjero con fines de extradició­n a México, imputado de presenciar y tolerar la tortura de detenidos en la investigac­ión del “Caso Ayotzinapa”—, falta ver las pruebas que se aporten o los testimonio­s que se consigan en su contra… aunque de momento queda claro que tanto los modales descortese­s como el lenguaje vulgar que utilizó en el interrogat­orio de Felipe Rodríguez Salgado (a. “El Cepillo”), filtrado el lunes a los medios, le hubieran merecido, en sus años de infancia, una severa reprimenda de su maestra de urbanidad y buenas maneras.

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