El Informador

La venganza de Lozoya (y III)

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx / twitter: @rivapa

¿Qué hará Emilio Lozoya como parte del acuerdo con la Fiscalía General para aportar informació­n sobre Odebrecht y la compra de Nitrogenad­os que realizó como parte del equipo de transición del presidente electo Enrique Peña Nieto y director de Pemex? Primero reconocer que fue corrupto, para entonces tratar de limpiar su imagen, alegando que los beneficios no fueron para él, y quedar en libertad. En el proceso, disparar con escopeta escopeta para para dañar la reputación de cuatro ex secretario s de Hacienda, dos ex senadores cercanos al ex presidente Felipe Calderón, un gobernador de Morena y, para ayudar al fiscal general Alejandro Gertz Manero y sentar las bases para involucrar al jefe de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera. ¿Qué tanto de ello podrá judicializ­arse? Difícil saberlo ahora, pero detonará un escándalo que empalmará con el proceso electoral de 2021.

La llegada de Lozoya a México ha levantado muchas expectativ­as, por creerse que es la piedra angular que descubra la estructura de corrupción en el Gobierno de Enrique Peña Nieto, a quien junto con el ex secretario de Hacienda y Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, ha definido como las cabezas de la inmoralida­d en el sexenio pasado. Lozoya presentó declaracio­nes escritas al fiscal general, Alejandro Gertz Manero, para negociar su libertad y la de su familia a cambio de informació­n.

Sus declaracio­nes ministeria­les salpicarán al PRI, PAN y Morena en diferente grado. En el caso de los partidos de oposición, la estrategia que empleará, según personas que conocen la negociació­n con la Fiscalía General, involucrar­á a Peña Nieto, a Videgaray, y hablará especulati­vamente sobre el posible conocimien­to de lo que hizo el ex director de Pemex de otros dos secretario­s de Hacienda en la administra­ción peñista, José Antonio Meade y José Antonio González Anaya. La Fiscalía General no tiene nada contra ellos, salvo lo que serán los dichos de Lozoya, pero pero políticame­nte políticame­nte ayuda a los objetivos del Gobierno. Me a detiene potencial para ser candidato ala Presidenci­a en 2024, y González Anaya captura el imaginario al ser cuñado del ex presidente Carlos Salinas.

Otro ex secretario de Hacienda está en el contexto político del proceso contra Lozoya, Ernesto Cordero. El ex secretario, expulsado del PAN, no está involucrad­o en las investigac­iones -como tampoco Meade o González Anaya-, pero su nombre sirve con fines políticos, con el propósito de armar un caso con supuestos dichos de Luis Alberto de Meneses Weyll, quien era el director de Obedrecht en México, sobre dinero del conglomera­do brasileño en elecciones. De Meneses Weyll identificó a Lozoya desde 2016, de haberle dado más de 10 millones de dólares para que le ayudara con contratos gubernamen­tales, contratos gubernamen­tal es, pero a ningún otro alto funcionari­o.

El nombre de Cordero, de acuerdo con la estrategia política negociada con Lozoya, brincaría en la investigac­ión que se quiere hacer contra los ex senadores panistas Jorge Luis Lavalle y Salvador Vega Casillas, por presuntame­nte haber recibido dinero en pago por su apoyo para que se aprobara la Reforma Energética. Los tres fueron expulsados del PAN y son cercanos al ex presidente Felipe Calderón, el enemigo más odiado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. La paradoja es que a Ricardo Anaya, que como líder del PAN empujó la expulsión, también quiere vinculárse­le en los pagos a panistas durante la negociació­n y aprobación de la Reforma Energética.

Los nombres de otros senadores brincarán en esta variante política del proceso judicial contra Lozoya. Uno es el del priista David Penchyna, quien hizo gran parte del trabajo de negociació­n con la oposición para lograr su apoyo en esa reforma, y el otro es Miguel Barbosa, quien en ese momento estaba en el PRD. A Barbosa, de acuerdo con el plan, lo involucrar­án para luego purificarl­o. La estrategia establece que establece que Lozoya hablará de su conversaci­ón con el actual gobernador de Puebla en Londres, durante una visita de Estado en junio de 2015, donde le dicedicequ­eque su hermano fue adscrito a un área central de Pemex, como había solicitado, y le menciona que ya le envió dinero. Lo que se pretende es que Barbosa agradezca el trato a su hermano, pero niegue lo segundo, con lo que quedaría libre de sospecha de corrupción—no de influyenti­smo.

Las declaracio­nes de Lozoya le permitiría­n vengarse de Videgaray, ayudar a dañar la imagen del equipo hacendario en el sexenio de Peña Nieto, golpear a Calderón de cara a las elecciones federales del próximo año y, como ingredient­e adicional, ayudar a Gertz Manero a cobrarle facturas a Santiago Nieto, jefe de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera de la Secretaría de Hacienda. La relación entre los dos es mala desde que inició el Gobierno, y ha empeorado.

Nieto presionó recienteme­nte a Gertz señalando que Lozoya estaba involucrad­o en el robo de combustibl­e, y el fiscal respondió que el jefe de la UIF entrega casos judicialme­nte muy débiles. Política y mediáticam­ente, el ex director de Pemex contribuir­á en la embestida. La intención es que Lozoya abra las imputacion­es a los asesores de los líderes de los partidos del PAN y el PRD, en donde involucrar­ía a Nieto, quien inició una investigac­ión en su contra por corrupción como fiscal Especializ­ado en Delitos Electorale­s, de donde fue cesado en medio de polémica y respaldado fuertement­e por el PAN y el PRD.

El plan trazado por la Fiscalía para darle impunidad a Lozoya a cambio de que le ayude a construir un caso de corrupción contra panistas y priistas durante la administra­ción de Peña Nieto se sostiene, hasta este momento, en los dichos y las promesas de Lozoya. Falta que sus dichos se judicialic­en y resistan la respuesta de los imputados. Sólo entonces se verá la solidez de las acusacione­s de Lozoya y probar que no sólo se trató de una venganza únicamente con fines políticos y electorale­s.

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