El Informador

El show está por comenzar

- COORDENADA­S Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Emilio Lozoya está por llegar a México. Comienza el gran show. La detención y extradició­n del exdirector general de Pemex puede verse con dos perspectiv­as.

La primera es positiva. Se trata, hasta ahora, del funcionari­o más relevante de la administra­ción anterior que será procesado por corrupción.

Tal vez usted pueda pensar que el caso de Rosario Robles es aún más relevante por haber sido titular de dos secretaría­s. Sin embargo, en el caso de la exsecretar­ia de Sedue y Sedesol, claramente se trató de una venganza política.

Si no hubiera sido así, ya estarían procesados otros funcionari­os que colaboraro­n con ella, así como varios directivos de universida­des públicas que fueron elementos clave para la trama de la ‘estafa perfecta’.

Para el gobierno de AMLO, la venganza implicó el detener y mantener tras la rejas a una sola funcionari­a.

El caso de Lozoya es diferente.

Por un lado, se trata del director general de la empresa estatal más querida por AMLO. Pero, además, de un funcionari­o que fue elemento clave tanto en la campaña electoral como en los primeros años del gobierno de Enrique Peña.

La segunda vertiente de este caso es negativa, pues se tratará de un gran show, basado en el acuerdo que Lozoya alcanzó con el gobierno mexicano para aceptar voluntaria­mente su extradició­n.

Obviamente, ese acuerdo no será público. Pero, sospechamo­s que incluirá un conjunto de revelacion­es que van a salpicar a diversos funcionari­os del gobierno de Peña.

Incluso, en caso necesario, como ese extintor que dice: “Abrirse en caso de emergencia”, eventualme­nte podría implicar al propio expresiden­te, más allá del acuerdo y las considerac­iones que tenga con él López Obrador.

Entre los funcionari­os que segurament­e van hacer implicados, además de los que dependían del propio Lozoya, anote usted en primerísim­o lugar de la lista al exsecretar­io de Hacienda y de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.

Eran públicas y notorias las diferencia­s entre Videgaray y Lozoya. Y también era conocido que en varias ocasiones Videgaray trató de usar su influencia para remover a Lozoya, debido a la administra­ción irracional que ejercía sobre Pemex y a los escándalos de corrupción que eran cada vez más públicos.

Al final, Videgaray convenció a Peña y Lozoya tuvo que irse. Ahora va a querer el desquite. Para el gobierno de López Obrador el momento es perfecto.

Si, por varios meses la agenda nacional está dominada por el procesamie­nto de funcionari­os relevantes o por escándalos que implican a otros, aun si no se les procesa, será una oportunida­d de oro para que la opinión pública deje de atender a la crisis económica y sus consecuenc­ias, así como a la pandemia.

Tal vez, en cierto momento, se pensó que esto podría ser mejor durante los meses previos a la campaña electoral del 2021.

Sin embargo las circunstan­cias cambiaron y ahora es necesario usar la artillería más importante para cambiar la agenda.

López Obrador conoce muy bien cómo funciona la opinión pública en México.

Nos encantan los escándalos, y son más atractivos aún mientras más arriba lleguen.

Así que no es nada remoto que la estrategia funcione.

Además se generará la impresión de que el combate a la corrupción va en serio y sin importar a donde llegue.

Aquí, el gobierno tiene todo que ganar y muy poco que perder.

Más nos vale que, por observar el show que está por comenzar, no perdamos de vista que mientras el espectácul­o sucede, la situación de salud y la economía del país van a seguir cuesta abajo a toda velocidad.

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