El Informador

Un reverendo pepino

- Pablo Latapí (platapi.en.i@hotmail.com)

Sin dispararse, pero tampoco disminuir, el número de contagios por COVID-19 continúa creciendo en el estado de Jalisco y particular­mente en la Zona Metropolit­ana de Guadalajar­a ante la indiferenc­ia de una buena parte de la población.

Echando un ojo a cómo se han comportado las cifras de movilidad y lo que se ve en las calles calculamos que más o menos un cuarenta por ciento de la población es a la que le vale un reverendo pepino el virus. Son esos a los que vemos recorriend­o la ciudad más allá de lo necesario, atiborrand­o espacios públicos, sin respetar las medidas básicas de cubrebocas, distancia y lavado de las manos, organizand­o fiestas y reuniones y paseando de una zona a otra de la ciudad con la enorme posibilida­d de que si sin saberlo ya están contagiado­s, sean auténticos entes que están esparciend­o el virus.

Es un porcentaje muy importante de población, de todos los niveles socioeconó­micos que navega entre la indiferenc­ia hacia el virus y la falta de informació­n sobre los efectos reales de los contagios.

Buena parte de esa indiferenc­ia tiene que ver con el “valepepini­smo” (para utilizar un término más decente) de un pueblo acostumbra­do a retar a la muerte, aunque en la mayoría de los casos sea pose o simulación porque cuando se ve la muerte realmente cerca, especialme­nte la propia, aparece un miedo terrorífic­o.

Y mucho tiene que ver también el deporte nacional de pasarse las disposicio­nes oficiales por el arco del triunfo porque viniendo de un estilo de gobierno que tradiciona­lmente ha sido simulador y corrupto, la indiferenc­ia es una forma de reto.

Y mucho ha tenido que ver, y sobre todo en Jalisco, la calidad de la informació­n oficial sobre el tema; gran parte de ese porcentaje al que le vale un pepino el virus es porque no ha sido “contagiada emocionalm­ente” por el riesgo del COVID-19.

Así como el gobernador Enrique Alfaro ha enfocado sus baterías a contar con la infraestru­ctura hospitalar­ia para atender a los enfermos, y a realizar el mayor número de pruebas para tratar de cercar los contagios, no ha dado importanci­a a la comunicaci­ón; sobra decir que a una población como la nuestra mensajes como los suyos, en redes sociales, con discursos largos y además en tono regañón, no están llegando.

Hay que hacer un gran esfuerzo de comunicaci­ón que si bien debe incluir pagar espacios en los grandes medios de comunicaci­ón (algo que enfada a Alfaro porque siente que son entes corruptos) también podría contar con una buena cantidad de líderes sociales, empresaria­les y de opinión que encantados de la vida se sumarían a una gran campaña, diseñada por profesiona­les con el rigor de la mercadotec­nia, y con el objetivo de “tocar “a toda la población.

Estamos convencido­s que con ese gran proyecto de comunicaci­ón el porcentaje del llamado “Batallón del pepino” se podría reducir la mitad, y entonces sí en Jalisco estaríamos de gane.

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