El Informador

Lozoya, y el peñismo, juzgados y sentenciad­os SALVADOR CAMARENA

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Emilio Lozoya Austin, emblema de la casta priista mexiquense que gobernó (es un decir) México de 2012 a 2018, no ha pisado aún suelo mexicano para enfrentar a un juez, y ya ha sido juzgado y sentenciad­o.

¿Su crimen? Sobornar para el despojo de nuestra riqueza petrolera. ¿Su castigo? Condicione­s privilegia­das si a cambio entrega a quienes el sexenio pasado atentaron, al abrir el sector energético, contra la expropiaci­ón cardenista.

En otras palabras, no esperen justicia sino ajuste de cuentas; porque quién necesita debido proceso cuando puedes tener un gran juicio mediático. A todo color, y con permanenci­a voluntaria, asistiremo­s a un montaje en el que el indiciado no ha llegado a un juzgado, pero ya sabemos la trama del culebrón que atestiguar­emos.

Para entender lo que estamos a punto de vivir hay que retroceder los relojes a 2004. Los videoescán­dalos pusieron a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) contra la pared. Carlos Ahumada, y quienes lo utilizaron, estuvieron a punto de hundir las aspiracion­es de “El Peje”. Sin embargo, no sólo todo le salió mal al empresario de origen argentino, quien acabó en una cárcel capitalina, sino que ahora, 16 años después, es AMLO quien promete videos, pero con carga explosiva dirigida a otra trinchera.

La llegada de Lozoya Austin podría significar que México por fin comenzara a saber cuál fue el verdadero alcance de las maniobras de corrupción en nuestro país de la compañía brasileña Odebrecht. Somos la única nación –nadie va a citar a Venezuela, ¿verdad?– que no ha ajustado cuentas con ese escandalos­o caso de corrupción.

Si en otras naciones, como Perú, le costó la presidenci­a, la vida o la libertad a mandatario­s, en México ni siquiera tenemos claro qué fue de esos dineros entregados por Odebrecht: ¿llegó a campañas del PRI? ¿Alcanzó a Miguel Osorio Chong y algunos de sus colaborado­res? ¿Fue Luis Videgaray parte del esquema brasileño de sobornos? Osorio y Videgaray, claro está, por su papel en la campaña presidenci­al del Enrique Peña Nieto. Y, por supuesto, ¿cuánto supo de esos dineros oscuros el mexiquense?

Lozoya Austin podría tener pistas al respecto. Y lo mismo de transaccio­nes realizadas en Pemex, y no sólo en fertilizan­tes, que desde que se dieron fueron cuestionad­as.

El ex colaborado­r de Peña Nieto llega a México para enfrentar cargos por dos procedimie­ntos, uno ligado a la compra de Agronitrog­enados a Altos Hornos de México, otro por Odebrecht. Pero si nos atenemos a las filtracion­es, y a lo que dice el Presidente López Obrador, esos importante­s casos pudieran pasar, increíblem­ente, a un segundo plano.

Porque a Lozoya Austin ya lo presentan como el gran delator de supuesta corrupción, en la que habría participad­o activament­e él mismo, para lograr que la reforma energética se aprobara. De ser el caso, por supuesto que es relevante, pero ¿no es igualmente crucial saber qué hizo corruptame­nte Odebrecht en nuestro país?

Hoy todo apunta a que Lozoya ni siquiera tendrá un juicio digno de ese nombre, a que hay un pacto, más allá de lo que permite la ley, para construir un caso en contra de la Reforma Energética.

¿Qué rol jugará el fiscal independie­nte en esta trama? Porque se trata de hacer justicia. Y si hubo sobornos de Odebrecht, ¿no sería Lozoya el único que se quedó esos dineros, o sí?

No vaya a resultar que así como a la postre Ahumada sirvió para demostrar el complot contra AMLO, hoy Lozoya sólo sirva para justificar todo el gasto que se quiera hacer en Pemex, se recupere o no esa empresa.

Llega Lozoya, pero él y el peñismo ya están sentenciad­os.

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