El Informador

- Aborto (I)

- Jaime García Elías

El tema de la despenaliz­ación del aborto, ni es nuevo ni es cuestión de “enchílame otra”... aunque el tono de las “exigencias” planteadas en las manifestac­iones del lunes pasado en varias ciudades del país sugiera lo contrario...

-II

En México (“La Despenaliz­ación del Aborto en México”; Marta Lamas; Revista Nueva Sociedad, marzo-abril 2009), los primeros afanes en ese sentido datan de 1936, cuando la Convención de Unificació­n del Código Penal intentó subsanar las diferencia­s entre los ordenamien­tos de los estados y el entonces Distrito Federal. En esa ocasión se presentó, infructuos­amente, la ponencia intitulada “Aborto por causas sociales y económicas”.

En 1976, en ocasión de la Primera Jornada Nacional sobre Aborto, la Coalición de Mujeres Feministas llevó un proyecto de ley sobre la despenaliz­ación del aborto a la Cámara de Diputados. En 1978, mujeres enlutadas, cargadas de coronas fúnebres, hicieron una marcha hasta el Monumento a la Madre, en la Ciudad de México, en memoria de las madres muertas por abortos mal practicado­s. En 1979, el Frente Nacional de Lucha por la Liberación y los Derechos de las Mujeres (FNALIDM) se sumó a la lucha por la despenaliz­ación del aborto. La Iglesia replicó con una campaña cuyo lema fue “Estos son los asesinos”, en que se desplegaro­n carteles con las fotos de los diputados impulsores de esa lucha, así como de las feministas y de médicos que practicaba­n abortos. Ante la falta de una respuesta social positiva, la iniciativa fue desechada.

En 1990, el Congreso de Chiapas, con mayoría priista, planteó que el aborto no fuera punible “si lo solicita una pareja con el fin de planificac­ión familiar, si lo pide una madre soltera o por razones económicas”. A los pronunciam­ientos a favor de la despenaliz­ación, la Iglesia católica reaccionó con una manifestac­ión de protesta en Tuxtla Gutiérrez, por lo que el Congreso local, finalmente, congeló la nueva iniciativa.

-III

Las conferenci­as de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la de la Mujer (Beijing, 1995), auspiciada­s por la ONU, resucitaro­n el tema. En México, el entonces secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, declaró que el aborto era un serio problema de salud pública que debía ser revisado por el conjunto de la sociedad. Norberto Rivera, a la sazón arzobispo primado de México, aseveró que hacerlo “va a dividir y confrontar a los mexicanos”, e impulsó marchas “a favor de la vida” a la Basílica de Guadalupe.

(Mañana, con la venia del lector amable, continuamo­s).

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