El Informador

¿Y las otras Investigac­iones del 5 de junio?

- Jaime Barrera jbarrerar@gmail.com

Se cumplen hoy cuatro meses de las decenas de desaparici­ones forzadas que cometieron mandos y agentes de la policía investigad­ora para evitar una manifestac­ión a las afueras de la Fiscalía General del Estado contra la brutalidad policial por el caso Giovanni López, luego de que una día antes una marcha degeneró en violencia y desmanes en el Palacio de Gobierno, sin que hasta ahora se sepa a ciencia cierto lo ocurrido.

Más allá de las tensiones políticas que se agravaron como nunca entre el gobierno federal y el estatal por los señalamien­tos que hizo el gobernador Enrique Alfaro a Andrés Manuel López Obrador de que desde los sótanos del poder de la Ciudad de México habían orquestado las agresiones, y los reclamos posteriore­s del Presidente de no respetar su investidur­a por involucrar­lo, el episodio derivó en conflicto interno en la Fiscalía por las insinuacio­nes del propio gobernador en el sentido de que era una dependenci­a infiltrada por la delincuenc­ia organizada desde donde habrían venido las órdenes para cometer esas desaparici­ones forzadas y repetir así en Jalisco un caso como las desaparici­ones de estudiante­s en Ayotzinapa ocurridas hace poco más de seis años.

En ese contexto adquiriero­n una especial relevancia las detencione­s del comandante Salvador Perea, quien tenía apenas 30 días que había sido nombrado director operativo de la policía investigad­ora (J3) y quien gozaba en general de una buena reputación policial por su paso como responsabl­e del grupo antisecues­tros los últimos seis años, ydeRaúl Mire les, policía in ves tig ad orb,inv es tig ad orb,a quienes se culpó de haber orquestado el operativo para estas detencione­s ilegales a espaldas de sus superiores. Luego vino la separación de 14 policías investigad­ores de sus cargos para también ser investigad­os por su presunta participac­ión en las detencione­s ilegales. Toda esta situación causó profundas divisiones en la Fiscalía entre los que estaban convencido­s que sus compañeros indiciados siempre atendieron las órdenes de sus mandos y que eran sólo chivos expiatorio­s para tratar de sofocar la crisis política que lejos de parar crecía.

Lo cierto es que Raúl Mireles fue liberado por falta de pruebas y si bien la Fiscalía Anticorrup­ción sólo ha informado que ya tiene cuatro carpetas de investigac­ión contra igual número de agentes de la Fiscalía, nada se sabe de sus confesione­s y qué acciones se han hecho para detectar a las mafias infiltrada­s en esa dependenci­a.

Por eso, a cuatro meses de aquel desastroso operativo que operativo que violó las garantías y garantías y derechos humanos de decenas de jóvenes ya es momento de saber que ha pasado también con la investigac­ión que abrió sobre este caso la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Fiscalía General de la República que atrajo el caso, y que incluso habría hecho comparecer al Fiscal Gerardo Octavio Solís Gómez, cuando llevó el caso a la Ciudad de México.

Así a 120 días de aquel 5 de junio la Fiscalía de Jalisco sigue estando bajo la lupa.

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