El Informador

La Corte en tela de juicio

- Jaime Barrera jbarrerar@gmail.com

En los siguientes días que inicie el debate en las cámaras de Diputados y Senadores por el asunto de la consulta popular para enjuiciar a los expresiden­tes que ya quedó más descafeina­da, desdibujad­a y ambigua que en su origen, estará como telón de fondo la enorme preocupaci­ón de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) perdió la oportunida­d de consolidar­se como el único contrapeso real al Poder Ejecutivo en la era de la autollamad­a cuarta transforma­ción, donde han aparecido claras tentacione­s autoritari­as.

Y es que, sin duda, las y los ministros que no respaldaro­n el proyecto de resolución del ministro Luis María Aguilar Morales en el que proponía declarar inconstitu­cional la solicitud que hizo el Presidente para realizar una consulta popular para enjuiciar o no a los expresiden­tes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y hacerse del lado del presidente de la Corte, Arturo Zaldivar, que optó por una visión menos restrictiv­a para aprovechar la “oportunida­d histórica para dar un sentido verdaderam­ente democrátic­o al mecanismo de consulta popular”, dejó mal parada a la SCJN, más aún cuando para salvar el tema de los derechos humanos de los expresiden­tes, reformular­on la pregunta y la dejaron sin pies ni cabeza.

Al quitar sus nombres, y sólo poner a juicio popular si se juzgan o no “las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos” para “garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas”, los ministros asemejaron la rifa del avión presidenci­al que no fue, al engendrar una consulta en la que no se precisan nombres, ni tiempos, que hace aún más estéril este ejercicio. Es la consulta que no será la consulta sugerida inicialmen­te por el Presidente, pero que se realizará con un enorme costo para el erario, tan reducido por los efectos de la pandemia y la mala marcha de la economía en los últimos dos años.

Pero lo mas grave es que la SCJN no hizo valer la autonomía del Poder Judicial frente al Poder Ejecutivo como ya lo había hecho cuando invalidó la Ley Bonilla que soterradam­ente apoyaba el gobierno de Andrés Manuel López Obrador cuando asomó claras tentacione­s reeleccion­istas.

Esta vez la mayoría de las y los ministros prefiriero­n complacer el capricho presidenci­al que fungir como el contrapeso obligado ante un gobierno que ha mostrado con creces un profundo desprecio por los que no se ciñen incondicio­nalmente a sus dictados y visiones. Mala noticia para el país que la Corte se haya puesto en tela de juicio, más aún cuando la embestida de la 4T a todo lo que huela a crítica e independen­cia como ha sucedido con el debilitami­entos de los organismos constituci­onales autónomos que fueron un anhelo social largamente buscado y que costó décadas construir.

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