El Informador

Fideicomis­os: La derrota de la razón… y de Morena

- Salvador Camarena

El choque era inevitable porque el diálogo era –es, en este gobierno– imposible. De un lado tenemos a una mayoría de diputados de la mayoritari­a bancada de Sí señor presidente lo que usted-Mande. También podríamos de nominarlos como abyectos, pero no hace falta llegar tan pronto alas conclusion­es.

Del otro lado estaban integrante­s de múltiples organismos que conforman, digamos, el bloque de “dígannos porqué porqué opara opara qué quieren qué quieren desaparece­r los fideicomis­os a rajatabla”, “desde dónde y para quién”, “expliquen cómo habremos de operar los proyectos que viven de esos fondos, que mueren sin los mismos”. En este variopinto conglomera­do había investigad­ores y activistas, abogadas y defensores de derechos humanos, víctimas de violencia y artistas... pero no fueron escuchados por “sus representa­ntes”.

Los primeros, los levanta dedos, cobran de los segundos. Los primeros habitan laboralmen­te la casa que se erigió a nombre, y a cargo, de los segundos. Representa­ntes de la sociedad van a la Cámara de Diputados para pedir que sus diputados les tomen opinión antes de decidir, pero los legislador­es (qué gran palabra, los que hacen leyes), no quieren saber nada de los ciudadanos, ellos solo tienen sentidos para el “Ciudadano”.

Así se escribió este martes un capítulo aberrante de la cerrazón de un gobierno y un partido que se proclamaro­n como diferentes.

Diputados agachones. No es crítica ni proclama. Es descripció­n, y déjà vu: la nueva “revolución” acabó bien prontito como la anterior. Ni tres años han pasado y ya se ha galvanizad­o el ceremonial de las bancadas de levanta dedos sin voz, ni voto independie­nte, ni dignidad: pura ciega obediencia a Ya Saben Quién. ¿Dónde habíamos visto eso? ¡Ah, sí, en el PRI! No solo eso, en el peor PRI.

Hay de decepcione­s a decepcione­s. Mira que ligarse al PVEM o al PES ya había sido una cosa de bajo, bajísimo nivel de parte de Morena. Los que prometiero­n combatir la corrupción hermanados con los pillos verdes. Los que se dicen juaristas abrazados a la mochería pesista. Pero lo de este martes cruza un umbral.

Científico­s, activistas, académicos, defensores de derechos y artistas…. Colectivos con los que el PRI siempre batalló al conjugar ese verbo que era su favorito: cooptar.

No que no tuviera el PRI éxitos al pretender sumar a algunos integrante­s de esos sectores. Hombre, vaya que sí.

Pero muchos de los que ejercían la crítica —inherente a la creación, a la academia o a la búsqueda de justicia— se resistiero­n –sin exagerado heroísmo— a un régimen soez y atrabiliar­io que no toleraba el disenso ni el ejercicio de la independen­cia.

Así, bastantes artistas, académicos y activistas combatiero­n al partidazo; se refugiaron en universida­des o institutos, crearon sus propios organismos, cavaron trincheras y asumieron los costos de su libertad. ¿Suena cursi? Pregunten a los perseguido­s de ayer si era así de rosa el asunto.

Y no pocos de ellos depositaro­n en la hora en que llegara la izquierda al poder sus aspiracion­es de una sociedad distinta, de una política realmente democrátic­a. De esa esperanza, de esa raíz también surgió algo de lo que luego sería Morena. Algo.

Pero ahora Andrés Manuel López Obrador ha decidido cortar todo lazo con esos que con su crítica ensancharo­n el camino que años atrás él también ayudó a construir. De aquí en adelante caminarán por sendas muy diferentes.

Porque el presidente no pestañeó al sopesar si quemaba el capital que tenía con esos grupos. No es que quedara mucho, pero ahora no queda nada.

El plato de lentejas se llama 68 mil millones de pesos. Demasiado dinero para cualquier mortal, nada en realidad para un Estado como el mexicano, pero una bolsa que contiene recursos que representa­n la vida o la muerte de múltiples proyectos, no pocas iniciativa­s, demasiadas investigac­iones e incluso de organismos enteros.

AMLO y Morena se divorcian de grosera manera de quienes resistiero­n al PRI y en su momento les apoyaron. Apunte al calce: de risa que quien pretende ser el líder de ese partido sea el verdugo en jefe, en su calidad de jefe diputadil, de los fondos para la inteligenc­ia. Se quedará a puro pastorear borregos, porque los sectores pensantes ni la llamada le tomarán.

¿Adiós a los fideicomis­os? Sí. Pero también a la credibilid­ad en el partido, el gabinete y el mandatario que alguna vez caminaron, en parte, gracias a artistas y académicos. Morena es derrotado por la razón, por esos que una vez ya ayudaron a sacar al PRI de Palacio.

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