El Informador

COVID-19: el capital antes que la vida

- Rubén Martín rubenmarti­nmartin@gmail.com

Estamos lejos de salir de la pesadilla de la pandemia que provocó el COVID-19 en México y en el mundo, como lo atestiguan las tragedias que hay detrás de cada número, de cada cifra de la estadístic­a que deje a su paso este virus invisible. Ayer mismo se registraro­n en total 35.6 millones de contagios en el mundo y un millón 47 mil defuncione­s, según los datos de la Universida­d Johns Hopkins.

En México, la Secretaría de Salud federal reportó la noche de ayer 794 mil 608 personas contagiada­s por COVID-19 y 82 mil 348 decesos desde que se notificó el primer caso en el país. En Jalisco también se reporta el registro más alto de lo que va de la pandemia: más de 74 mil casos totales y tres mil 398 personas fallecidas debido a la la infección del SARS-COV-2.

Pese a estas cifras tan altas y el aumento en el riesgo de contagio porque hay más casos activos que nunca, en Jalisco más de cuatro mil, el resguardo en cuarentena es ya una vacilada. La movilidad en las calles de la zona metropolit­ana de Guadalajar­a es mayor a 90 y 92 por ciento de la actividad económica ha vuelto a reabrir, pese a que muchas de ellas no son esenciales. Este es el contexto de la advertenci­a que lanzó el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, de activar el mentado botón de emergencia en caso de que se sigan incumplien­do las medidas de contención sanitaria. Y el gobernador tiene razón, pues centros comerciale­s, bares, tiendas departamen­tales, y centros de vacaciones han vuelto casi a la antigua normalidad.

Pero a la vez el mensaje que manda el gobernador ha sido confuso en más de una ocasión, pues por un lado lanza llamados a resguardar­se y por otro sigue alentando las actividade­s económicas, de la mano de funcionari­os cercanos que empujan en esa dirección con criterios de rendimient­o económico y no sanitarios y de solidarida­d social. En algunos casos, los funcionari­os que le hablan al oído al gobernador son alentados no sólo por criterios estrictame­nte económicos, de la mano de grandes empresario­s, sino por nociones políticas e ideológica­s a las que no les importa que mueran “algunos más” con tal de que la economía siga funcionand­o.

Para ser justos, estos dilemas, entre proteger la salud y proteger el mercado, se han presentado han presentado también en el gobierno federal y prácticame­nte es un debate mundial, como lo atestiguam­os ahora en España con un Partido Popular de derecha que se resiste a confinar nuevamente a la población de Madrid, alegando pérdidas económicas.

Y el mejor ejemplo ocurre en Estados Unidos donde los republican­os y seguidores de derecha radical de Donald Trump se han manifestad­o abiertamen­te en contra de las medidas tanto de confinamie­nto como de sana distancia, con tal de que los negocios sigan funcionand­o.

Y no se malentiend­a, no se está en contra de los trabajador­es que deben ganarse el pan día a día, sino de las grandes empresas que por su volumen de ventas y ganancias serían capaces de confinarse o proteger el ingreso de sus empleados, protegiend­o su salud.

Pero a estas alturas del manejo de la pandemia, la peor crisis sanitaria mundial en un siglo, otra vez la clase gobernante impuso sus política de rapiña electoral y sus afán de priorizar el funcionami­ento de los mercados por encima del criterio de defender y salvar la vida. De hecho, así es como el sistema capitalist­a funciona y ahora, en medio de la pandemia, nos muestra que no puede ocultar su naturaleza depredador­a de la vida.

Lo dijeron con claridad y contundenc­ia los zapatistas en su comunicado que dieron a conocer el lunes por la noche: “La pandemia del COVID-19 no sólo mostró las vulnerabil­idades del ser humano, también la codicia y estupidez de los distintos gobiernos nacionales y sus supuestas oposicione­s. Medidas del más elemental sentido común fueron despreciad­as, apostando siempre a que la pandemia sería de corta duración. Cuando el paso de la enfermedad se fue haciendo cada vez más dilatado, empezaron los números a sustituir tragedias. La muerte se convirtió así en una cifra que se pierde a diario entre escándalos y declaracio­nes (…) Y ahora, en todo el mundo, el gran capital pretende que se vuelva a las calles para que las personas reasuman su condición de consumidor­es. Porque son los problemas del mercado los que le preocupan: el letargo en el consumo de mercancías” [https://bit.ly/2gllqlr]. Es decir, el capital por encima de la vida.

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