“Recuerdos” (parte V)
Una lápida de una mujer que al parecer falleció en su boda, me hizo recordar los infortunios acontecidos durante la muerte de un querido tío. Verán, un día trece (de cuyo mes y año no quiero acordarme), por la noche me llamaron de un hospital para comunicarme que el tío ya había entregado los tenis, llamada que me extrañó, ya que aquí vivían sus hermanas y alguno de sus hijos estaría por aquí, pues la mayoría vivían fuera de la ciudad; pero, por las razones que usted quiera, me hablaron a mí esa noche y yo se lo comuniqué a mis tías, porque hay que decirlo, nunca me ha gustado apoderarme de muertos ajenos.
Por alguna razón a ellas no les convenía ese día para funeral y decidieron —muy su muerto— que el fallecimiento había tenido lugar el día catorce. Las acompañé por el cadáver al hospital y a la casa funeraria que eligieron, hay que acotar que el tío toda su vida usó un bigote de esos que llaman “de aguacero”, como era bastante moreno y totalmente canoso, parecía que traía puesto un gusano quemador, en versión de negativo de fotografía; además, durante su última enfermedad no se había rasurado, por lo que traía barba de varios días. Los de la casa funeraria preguntaron si lo rasuraban y la familia, sin pensar en el bigote, contestó que sí, en tanto los del funeral entendieron que rasurada total.
Después la familia decidió enterrarlo en un panteón tipo gringo, que parece jardín y en el que no se usa poner los nombres identificatorios de los ahí enterrados. Y aquí surgen mis meditaciones sobre el tema, ya que yo como creyente me pregunto qué sucederá el día de la resurrección de la carne: sin duda el tío tendrá muchos problemas, ya que él se buscará entre los fallecidos el día trece y va a estar en los del catorce; se va a buscar entre los bigotones y va a estar en los lampiños y no se va a poder buscar en el panteón porque no hay nombres. Problemas de la modernidad
Atribuyen a Woody Allen la frase de que “la muerte es un suceso tan serio que cuando suceda no quisiera estar ahí”. Este director cinematográfico es un autor prolífico sobre el tema. Entre otras, afirma que “la muerte es como dormir sólo que sin levantarse a orinar”, y con toda la razón del mundo sostiene que “la muerte es un terrible impedimento para la vida sexual”.
Recordando, por otra parte, la época de los duelos, viene a mi memoria uno que se desconoce hasta ahora si fue verdad que se pactó previamente, tampoco sabemos si se trató de un duelo formal o simplemente se les calentaron las planchas y echaron mano a sus fierros como queriendo pelear, el hecho es que estaban solos, en principio los dos estaban vivos y después de disparar sólo uno de ellos quedó vivo, el otro con una bala en la maceta decidió dejar de estarlo. Sin testigos, no encontró a quien contarle el suceso y simplemente se fue, sin más, largando al cadáver del muerto en completa soledad.