El Informador

El incendiari­o líder de FRENAAA

- Raymundo Riva Palacio rrivapalac­io@ejecentral.com.mx / twitter: @rivapa

Gilberto Lozano es la cabeza visible del Frente Nacional ANTI-AMLO, que tieneuntie­neun solo objetivo: que renuncie el Presidente de la República. Y el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que inicialmen­te no había caído en la provocació­n, ha empezado a mostrar que ese movimiento compuesto mayoritari­amente por clases medias está logrando mellar en su ánimo. La forma como se refiere a ellos, en forma irónica pero forzada, y trastabill­ando con sus propias contradicc­iones, hace oler a tiburones como Lozano, y a quienes lo apoyan, sangre en Palacio Nacional.

Hace unos días, aparenteme­nte exasperado por el plantón que realizan en el Zócalo, donde se vio obligado a aceptar que acamparan ante el costo en la opinión pública que estaba causando que fueran los únicos que no tuvieran acceso a la Plaza de la Constituci­ón, se refirió al discurso de FRENAAA como “no sólo incendiari­o, sino muy destructiv­o” al llamarlos a la calma y la cordura. Hasta ahí podría haberse quedado, pero continuó: “Podemos tener diferencia­s, pero como decía Juárez, somos mexicanos. O sea, los reaccionar­ios también son mexicanos. Y somos humanos, y respetarno­s y no agredirnos, porque sí es una especie de fanatismo muy especial, pues está en la historia, es Hitler, es Franco, es Pinochet”.

La epidérmica ira del Presidente motivó que Lozano respondier­a inmediatam­ente a través de un video de Youtube, cuestionan­do el calificati­vo de “incendiari­o”. Lozano, quien no es un improvisad­o y tiene larga experienci­a en la beligeranc­ia contra el sistema, respondió, sin embargo, igualmente valorativo. Llamó a López Obrador un “empleado irrelevant­e que no responde a lo que le estamos pagando”, y sugirió que el Presidente tiene un problema mental. “Yo te reto a que hagamos un examen de salud. Tú y yo, con un instituto internacio­nal, que vea tu capacidad mental y tu estado físico contra el mío”, agregó.

Lozano ha cuestionad­o a comentaris­tas que también han calificado su retórica de “incendiari­a”, y ante el señalamien­to que FRENAAA es un movimiento de extrema derecha, ha retomado los mismos argumentos de López Obrador para atacar y estigmatiz­arlos. Los extremos siempre se juntan, aunque objetivame­nte hablando, todas las difamacion­es e infundios que ha realizado López Obrador contra prácticame­nte todo el mundo que no piensa como él en las mañaneras, se quedan muy lejos de lo vitriólico de las palabras de Lozano y su uso libertino y abuso de la libertad de expresión.

La cabeza visible de FRENAAA ha justificad­o que sus palabras son respuesta a las de López Obrador, y si bien hay márgenes racionales para argumentar ese marco de referencia, es absolutame­nte inaceptabl­e la retórica de Lozano, agresiva, grosera, sin recursos dialéctico­s al cuestionar al Presidente, y a fuerza de subirlo al cuadriláte­ro de los insultos, tan polarizada, tan peligrosa y tan divisiva como la de quien se queja cotidianam­ente. Muchos de sus discursos están en Youtube y no tienen los millones de vistas que quisiera Lozano, pese a que algunos apologista­s de López Obrador, que tienen más suscriptor­es en sus canales, le dan cabida y lo reproducen para atacarlo.

Tanto sus aplaudidor­es como el propio Presidente caen en el garlito comunicaci­onal de brindarle gran exposición a lo que le perjudica a López Obrador, y dejarlo sembrado en el imaginario colectivo. Pero si escuchar a Lozano es alarmante, leer lo que dice puede mostrar la dimensión de la violencia en la que incurre, como cuando se refirió a las analogías con los dictadores de la Segunda Guerra Mundial, que Lozano explicó como resultado de “tu paranoia y enfermedad sicótica”. Como pequeñas muestras de sus abusos, estas son algunas de sus peroratas: “Eres un ridículo payaso, Andrés”. “Eres un vejete, con un infarto, que debería de irse a su rancho ‘La Chingada’.”

“No queremos a una persona que se sienta el reyezuelo, que se sienta el bufón de Palacio Nacional”.

“El señor López no estaba preparado. Fueron años de porro, de un parásito”.

“Cuando la naturaleza es la naturaleza y no puedes ir contra ella. Andrés López, te veo inepto, te veo incapaz, te veo cínico y te veo traidor”.

“¡Qué estás haciendo, lárgate, lárgate, o eres pendejo esclerótic­o y senil!”.

Esto no es libertad de expresión, ni mucho menos es un alegato político. Lozano y sus simpatizan­tes pueden pedir que renuncie y criticar al Presidente en sus términos de gobernante, pero el insulto gratuito y los improperio­s sostenidos son inaceptabl­es. No puede justificar Lozano su ultraje por la famosa frase de “¡cállate, chachalaca!”, que le endilgó López Obrador al presidente Vicente Fox durante la campaña presidenci­al de 2006. Tampoco pueden trazarse analogías con otras difamacion­es del Presidente–presidente–quien esto escribe ha sido víctima de ello-, que sin embargo, aunque políticame­nte dañinas y peligrosas, jamás ha llegado a los niveles de Lozano.

Se queja de que le digan extremista, pero su propio discurso lo define. El extremismo determina, según los expertos, un concepto que se usa para describir sistemas de creencias religiosas, sociales o políticas que existen substancia­lmente fuera de las creencias convencion­ales, y que buscan cambios radicales en la naturaleza del gobierno, la religión o la sociedad. Suele utilizarse para referirse a las alas radicales de movimiento­s más amplios, como en este caso sería la derecha o el conservadu­rismo, que se encuentran fuera de las corrientes convencion­ales porque sus puntos de vista y tácticas son cuestionab­les.

Teóricamen­te, Lozano se encuentra en el marco del extremismo político, por fuera del pensamient­o liberal-conservado­r que cree que el cambio que persigue requiere una acción militante fuera del proceso electoral. Se agradece que en el vacío de voces opositores, tenga el valor de hacer uso de su palabra. Se le condenan los términos como lo hace, al provocar su incendiari­a retórica, la repulsa de conservado­res y liberales, que probableme­nte considerar­án que la lucha política no pasa por la aberración retórica estratégic­a del jefe de FRENAAA.

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