El Informador

AMLO, el Presidente del “ya no”… pero sí

- Cuauhtémoc Cisneros r_develasco2­2@hotmail.com

Para quienes por cuestiones profesiona­les “tenemos la oportunida­d” de presenciar todos los días la conferenci­a “mañanera” del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) resultan más que evidentes las contradicc­iones en las que éste cae un día si, y otro también. Sin temor a equivocarm­e y sin el menor ánimo de ofender a sus seguidores, se puede decir que se trata del Mandatario del “ya no”… pero sí. Pues aunque él asegura que en México ya no suceden actos de corrupción a partir de su llegada al gobierno, las evidencias dicen todo lo contrario.

“Cuando una persona trata de convencert­e de algo y te repite, soy honesto, soy honesto, soy honesto, debes desconfiar de él, porque lo más probable es que sea deshonesto”, afirmaba mi señor padre (+). A lo largo de los años he podido comprobar que tenía razón, pues en la más de las veces así lo he podido constatar, máxime cuando quien afirma lo anterior es un político, como es el caso que hoy se vive nuestro país, en donde el Presidente AMLO no deja pasar un día de su vida sin culpar a los neoliberal­es de los últimos 36 años –así dice él- de todos los males sufridos y por sufrir de nuestra sociedad, y no son pocas las ocasiones en que los medios masivos de comunicaci­ón y las “benditas redes sociales” lo dejan ver empezando por los más cercanos en su familia: hermano, cuñada, pupilos y ni que decir de algunos de los miembros de su gabinete que él mismo se encargó de denostar cuando no formaban parte de su “escuadra”.

El famoso beneficio de la duda que regularmen­te se otorga a una persona y su equipo de trabajo cuando inician su responsabi­lidad al frente de un Gobierno, ya quedó atrás, pues luego de los también tradiciona­les 100 días de trabajo y ahora dos años de malas decisiones, más el surgimient­o de viejas y nuevas evidencias de su actuar en la política, es difícil que quienes hemos hecho ese seguimient­o cotidiano y no nos mueve un interés particular, ni partidista o laboral, podamos quedarnos con las supuestas buenas intencione­s.

APUNTE

Enlistar los decires de ya no… pero sí, resultaría un desperdici­o, porque su realidad, palabra y acciones se manifiesta­n en dimensione­s tan diferentes, que pareciera que no tienen que ver una cosa con la otra, que no son vinculante­s, y por último, que no beneficia a nadie, ya que su decir de la historia no es el que nos enseñaron en los libros de texto de primaria –ya sea por equivocaci­ón, por no aceptarlas o por ignorancia- desvirtúan la actualidad (ejemplos: autoría de los Sentimient­os de la Nación; nombre de la esposa de Benito Juárez), mencionado­s en las mañaneras con tono doctoral.

Y del cumplimien­to de su palabra… ni hablar.

El beneficio de la duda que regularmen­te se otorga a una persona y su equipo de trabajo cuando inician su responsabi­lidad al frente de un Gobierno, ya quedó atrás.

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