Los fogoneros
En los tiempos en los que el ferrocarril caminaba impulsado por la fuerza del vapor, los fogoneros eran aquellos que se dedicaban a mantener ardiendo las calderas todo el tiempo.
En nuestros tiempos, los fogoneros y los amarranavajas son aquellos que todo el tiempo están calentando los ánimos sociales con tanta vehemencia, que acaban por perder credibilidad. Cuando una persona se extrema en sus posiciones, lo primero que logra es obnubilar su propio cerebro, para luego embotar el cerebro de los demás. El ejercicio de Gobierno, sea estatal o federal, exige de una ciudadanía informada, crítica, y propositiva, no de una sociedad confundida y polarizada, sobre todo cuando las denuncias de los fogoneros mezclan verdades con mentiras, como los malos albañiles.
Un ejemplo brillante de este tipo de posturas fue la arremetida verbal y gesticulante de Lily Téllez en la comparecencia del doctor López-gatell; para exponer una postura crítica no era necesario revolver su discurso con afirmaciones falsas, México no es el único país con 10% de mortalidad en la actual epidemia, también rondan la cifra Inglaterra e Italia, pero si esta dama ha manipulado sus datos en este punto ¿los ha manipulado en los demás?
Un periodismo sesgado se vuelve también oficio de fogonero, cuando los opinantes persistentemente se dedican a atacar, sólo atentos a las fallas y a los errores. El buen observador de inmediato identifica a este tipo de opinadores y se cuida de tomarlos en serio, aun si buena parte de lo que afirman es cierto, porque hasta las verdades más sublimes se desprestigian cuando las defiende un fanático, sea del color que sea.