El Informador

Yo estoy con ustedes

- DINÁMICA PASTORAL UNIVA

El Evangelio de este Domingo está tomado de los últimos cuatro versículos del Evangelio de Mateo. Presenta el episodio de la aparición de Jesús resucitado a los once discípulos en el monte de Galilea que Él les había indicado. las palabras de Cristo adquieren gran solemnidad. Son las últimas palabras que dice a aquellos once hombres, que, en su contacto diario durante tres años, los había hecho sus amigos. Por eso cada palabra tiene un peso enorme. Llama inmediatam­ente la atención que en este breve texto la palabra “todo” se repita cuatro veces: todo poder, todos los pueblos, todo lo mandado, todos los días. “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Jesús posee la totalidad del poder. Cuando Jesús perdonó los pecados al paralítico y como signo le dio también la salud corporal, “la gente temió y glorificó a Dios que había dado tal poder a los hombres” (Mt 9,7). Jesús tiene poder de expulsar los demonios, de calmar la tormenta, de dar vida a los muertos, etc. Con estos hechos daba testimonio de sussuspala­bras:palabras: “El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos” (Jn 3,35). La Iglesia ha recibido del Señor todo el poder necesario para cumplir su misión de salvación en favor de los hombres. “Haced discípulos de todos los pueblos”. La misión se dirige a la totalidad de los hombres. Así queda expresada de la manera más evidente la universali­dad de la salvación. En la antigua alianza, Israel, con sus límites geográfico­s y étnicos definidos, había sido elegido como “pueblo de Dios”; en la nueva alianza, la Iglesia, que es el nuevo Israel, no posee límites de ningún tipo; ella tiene la extensión de la humanidad; todos están llamados a formar parte de ella y gozar de las promesas de Dios. “Enseñándol­es a guardar todo lo que yo os he mandado”. Se trata de guardar la totalidad de la doctrina enseñada por Cristo. Jesús envía a hacer discípulos suyos indicando dos cosas necesarias: el Bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y la observanci­a de todo lo que Él ha mandado. Muchas veces estamos bautizados y nos llamamos cristianos, pero faltamos a esta segunda condición: silenciamo­s sistemátic­amente algunos puntos del Evangelio, porque nos resultan incómodos o porque, según la idea particular que nos hemos hecho de Dios, no cuadrarían con Él; o simplement­e nos desentende­mos de alguna parte de su doctrina, por ejemplo, lo que manda respecto al divorcio, al adulterio, al uso de las riquezas, etc. “Estoy con vosotros todos los días”. Aquí está expresada la totalidad del tiempo. Son las últimas palabras de Cristo y es la promesa más hermosa: su presencia continua en medio de su Iglesia. Si es cierto que su ascensión corporal es un dogma de nuestra fe, también lo es su presencia real en la Iglesia, sobre todo, en aquella presencia llamada “real” por excelencia: la Eucaristía. Jesucristo resucitado, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad está sentado a la derecha de Dios y está en nuestros altares en el “pan de vida eterna” y en el “cáliz de salvación”.

LA PALABRA DE DIOS PRIMERA LECTURA: Is. 56, 1. 6-7. “Conduciré a los extranjero­s a mi monte santo”. SEGUNDA LECTURA: 1Tim. 2, 1-8. “Pidan a Dios por todos los hombres, porque Él quiere que todos se salven”. EVANGELIO: Mt. 28, 16-20. “Bauticen a las naciones en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico