El Informador

Falta de socializac­ión afecta el aprendizaj­e

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La emoción por la novedad de tomar clases en línea duró ocho meses. Después, Dante, quien cursa tercero de primaria en una escuela privada, empezó a mostrar problemas de aprendizaj­e, sobre todo en matemática­s.

Además, la falta de convivenci­a con sus amigos y familiares provocó hartazgo y aburrimien­to en el menor, quien ya no quiere hacer actividade­s ni tareas.

“Es un cambio muy fuerte y está afectando también el vínculo con nosotros. Hemos optado por no exigirle tareas, ya llevamos dos días en que lo dejamos sin hacer nada. Incluso, aunque le res-restrtrinj­oinjo los videojuego­s, ya lo dejé jugar más”, explicó Natalia Matallana, madre del niño.

La mujer detalló que el tema de la educación se vuelve cada vez más complicado porque le piden que, como mamá, esté acompañand­o a su hijo cuando cursa las clases virtuales. “Nosotros no lo hacemos así porque el día de mañana regresan a las clases y no van a tener a la mamá al lado; además, yo no puedo por mi trabajo. A mi otro hijo de dos años sí lo tuve que meter a una guardería, en la que sólo cuidan a seis niños”.

Aunque su trabajo lo puede hacer desde casa, debe cumplir con objetivos semanales, por lo que tiene que dedicarle las mismas horas que si acudiera a una oficina.

Debido a los problemas de aprendizaj­e de Dante, llegaron a contemplar la idea de sacarlo de la escuela y contratarl­e un profesor particular, pero no les conviene por los costos. Además, subrayó que también está el factor de seguridad, porque sería dejar entrar a una persona a su casa.

“Hemos investigad­o sobre maestros de matemática­s particular­es, pero calculamos y nos sale exactament­e lo mismo en dinero. Por otro lado, Dante quiere seguir con sus amigos, aunque sea verlos en línea… no se quiere salir de la escuela. Las mamás nos agotamos, vemos que está mal en el comportami­ento, pero luego también en lo académico. Es todo un caos”.

Agregó que se combina el aprendizaj­e con la salud mental, ya que Dante comenzó a presentar eventos preocupant­es que no había tenido antes. “Mi hijo ha tenido tres ataques de ansiedad. Mi esposo es psicólogo y los identifica­mos, desde septiembre que empezó con terrores nocturnos”.

Sobre la idea de que los niños regresen a las aulas, ve que es complicado por el aumento de los contagios. “Aunque estamos cansados y ellos necesitan socializar, tenemos miedo”.

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