El Informador

¿Qué les cuesta?

- Laura Castro Golarte lauracastr­o05@gmail.com

El proceso se llevó un buen tiempo y el estira y afloja estuvo intenso, sobre todo porque el marco legal incluye tareas y obligacion­es para el Estado, por eso las resistenci­as, increíble de verdad. Por fortuna ganó la presión que los colectivos de familiares ejercieron, sin ceder ni un ápice, para que no los dejaran fuera y el paquete de leyes tuviera un sentido efectivo, práctico y de justicia. Estoy hablando de la Ley de Personas Desapareci­das del Estado de Jalisco que finalmente se aprobó el jueves, por unanimidad.

Estuve atenta al proceso porque resulta que Jalisco ocupa el primer lugar en número de casos de personas desapareci­das en el país. Lamentable y dolorosame­nte ha ido ascendiend­o en esta nada honrosa lista. De acuerdo al último reporte de la Secretaría de Gobernació­n, de diciembre de 2018 a diciembre de 2020, Jalisco es la Entidad que más casos registró (alrededor de tres mil 724) para un acumulado de 10 mil 031 personas “legalmente no localizada­s” (la mayoría) y desapareci­das. Una de las organizaci­ones sostiene que la cifra llega a 11 mil 817 personas desde 1964 ¡hace 57 años! con sólo cinco sentencias condenator­ias en ese lapso.

El trabajo de los colectivos y las aportacion­es de las institucio­nes que estuvieron acompañand­o con trabajo técnico especializ­ado fue fundamenta­l para que esto se consolidar­a en términos de innovación y excelencia reconocido­s más allá de nuestras fronteras. Como ciudadana agradezco esta labor que representa un beneficio social muy grande, porque trabajaron a favor de la colectivid­ad y porque ahora son un ejemplo de lo que se puede lograr con determinac­ión, perseveran­cia, adhesión y lealtad a una causa, así como empatía y conciencia social.

Gracias a Por Amor a Ellxs, Entre el Cielo y la Tierra, Cladem (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres), ITESO (Instituto Tecnológic­o de Estudios Superiores de Occidente), Tómala, CEPAD (Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo) y Observator­io Legislativ­o ITESO; también a la Cruz Roja Internacio­nal y a la Oficina del Alto Comisionad­o de la ONU en Derechos Humanos, entre otros organismos y asociacion­es que estuvieron al pie del cañón por más de tres años y obtuvieron, según sus propias palabras, de las que son la voz de los que no están, un paquete legislativ­o “garantista e innovador”, el mejor en México.

Con la ley aprobada esta semana se fijan plazos límite para las autoridade­s de manera que están obligadas a agilizar las investigac­iones y los procesos de identifica­ción en caso de desaparici­ones.

Se conformará un Sistema Estatal de Búsqueda encargado de coordinar acciones entre diferentes órdenes y niveles de gobierno y se permite, sin restriccio­nes, la participac­ión activa de los familiares.

Otras disposicio­nes, para tenerlas en mente y valorar en su justa medida la aprobación de la ley (que se suma a la de Declaració­n Especial de Ausencia por Desaparici­ón aprobada hace unos diez días) son, por ejemplo: presunción de vida, la prohibició­n de que se destruyan cadáveres no identifica­dos y que se disponga de sus pertenenci­as; se contempla, como instrucció­n al Instituto Jalisciens­e de Ciencias Forenses, que elabore un registro del lugar donde sean depositado­s restos humanos; se homologará­n los protocolos de investigac­ión y se incluye como disposició­n el esclarecim­iento de hechos.

Los colectivos e institucio­nes que impulsaron estas leyes y participar­on en su redacción y contenido, reconocier­on el trabajoj de las legislador­esg de diferentes ppartidos qque pprácticam­ente tomaron a título personal esta tarea (a saber: Érika Pérez, Elizabethz­abeth Alcaraz, Priscilla Franco y Mara Robles), pero al mismo tiempo manifestar­on su deseo, por un lado, de que el marco legal sea una herramient­a efectiva para agilizar las labores de búsqueda y, sobre todo, para encontrar a los que no están; y, por el otro, aseguraron que vigilarán que las leyes se cumplan a pie juntillas. De que lo harán, no cabe la menor duda.

La aprobación de estas leyes, cuyo proceso no fue fácil ni terso, hubo momentos en los que se pensaba que se haría sin la participac­ión de las familias (seguro se recuerda que en diciembre se hizo una clausura simbólica del Congreso porque se pretendía aprobar sin las familias), es un ejemplo de los resultados que puede tener una participac­ión ciudadana intensa, consciente, colectiva, acompañada y preparada; también deja claro que, en realidad, a los legislador­es no les cuesta nada trabajar de la mano de la sociedad civil. Sí es un asunto de voluntad. Y que es posible esquivar las presiones tendientes a reducir el nivel de responsabi­lidad y trabajo del Estado; hubo resistenci­as, pero al final, por lo pronto, se vencieron. Falta ahora poner en práctica el nuevo marco legal y estar al pendiente de que las autoridade­s e institucio­nes involucrad­as lo hagan bien. No les cuesta nada, para eso son y para eso se les paga.

Con la ley aprobada esta semana se fijan plazos límite para las autoridade­s de manera que están obligadas a agilizar las investigac­iones y los procesos de identifica­ción en caso de desaparici­ones

Los colectivos e institucio­nes que impulsaron estas leyes y participar­on en su redacción y contenido, reconocier­on el trabajo de las legislador­es de diferentes partidos...

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