Se arriesgan a lesiones
Los profesionales médicos, de cirujanos a paramédicos, se arriesgan desde hace mucho a las lesiones o la intimidación en el puesto de trabajo, sobre todo en zonas de conflicto. Los expertos señalan que muchos ataques derivan del temor o la desconfianza, cuando los familiares reaccionan a la muerte de un familiar o una comunidad responde a la incertidumbre en torno a una enfermedad. El coronavirus ha amplificado esas tensiones.
Ligia Kantún trabaja como enfermera en México desde hace 40 años, y nunca se había sentido amenazada hasta la primavera pasada. Cuando salía de un hospital en Mérida el pasado abril, oyó a alguien gritar
“¡Infectada!”. Le arrojaron un café caliente antes siquiera de que pudiera darse la vuelta.
La mujer explicó que cuando llegó a su casa 10 minutos después, su hija la estaba esperando, y se abrazó a ella llorando asustada, preguntándose cómo podían haberle hecho eso.
En esa época, explicó Kantún, mucha gente en México pensaba que los trabajadores sanitarios llevaban los mismos uniformes en público que los que llevaban cuando atendían a pacientes de coronavirus. Esa ignorancia motivaba esa forma de actuar, señaló.
La mayoría de los ataques se produjeron durante la pasada primavera y el verano, cuando el coronavirus se extendía por el planeta, según los investigadores. Pero episodios recientes en lugares como Nigeria y Holanda, donde una turba prendió fuego a un centro de pruebas diagnósticas en enero, demuestran que la amenaza permanece.
Haar dijo que esperaba que el personal sanitario recibiera un amplio reconocimiento por su labor salvando vidas durante la pandemia, como cuando los italianos cantaban en homenaje a los médicos durante su confinamiento.
“Pero en realidad, en muchos, muchos lugares, eso no ocurrió”, dijo. “En realidad hay más miedo, más desconfianza y los ataques aumentaron en lugar de disminuir”.