Atacan a trabajadores de salud en el mundo
Un reporte de EU identifica más de mil 100 amenazas contra este personal el año pasado
Las agresiones se derivan del miedo o frustración y están relacionadas con el COVID-19
Dos enfermeras nigerianas fueron atacadas por la familia de un paciente de COVID-19 fallecido. A una enfermera le arrancaron el cabello y le causaron una fractura. La segunda quedó en coma tras la golpiza.
Tras las agresiones, las enfermeras del Centro Médico Federal en la ciudad suroccidental de Owo dejaron de atender a pacientes y exigieron que el hospital mejorase la seguridad. Pasaron casi dos semanas antes de que regresaran al trabajo, protegidas por guardias de seguridad en todo momento.
“No damos la vida. Es Dios el que da la vida. Nosotras sólo cuidamos o atendemos”, dijo Francis Ajibola, líder local de la Asociación Nacional de Enfermeras y Matronas de Nigeria.
El ataque en Nigeria a principios del mes pasado fue uno de los muchos sufridos por trabajadores sanitarios de todo el mundo durante la pandemia del COVID-19. Un nuevo reporte de Insecurity Insight, con sede en Ginebra, y el Centro de Derechos Humanos de la Universidad de California en Berkeley identificó más de mil 100 amenazas o actos violentos contra personal o instalaciones de salud el año pasado.
Los expertos concluyeron que unos 400 de esos ataques estaban relacionados con el COVID19, muchos motivados por el miedo o la frustración, subrayando el peligroquepeligroque rodea al personal sanitario cuando es más necesario. Insecurity Insight describe un ataque contra la atención sanitaria como cualquier violencia física o intimidación a trabajadores o instalaciones médicas, y sigue la pista de incidentes en todo el mundo a través de agencias de noticias, grupos humanitarios y publicaciones en medios sociales.
“Nuestros empleos en el departamento de emergencias y en hospitales se han vuelto mucho más estresantes y difíciles, y ése es el punto de partida incluso cuando la gente es muy comprensiva”, dijo Rohini Haar, médico de urgencias en Oakland, California, e investigadora del Centro de Derechos Humanos. “Hacer ese trabajo, y hacerlo con compromiso mientras te atacan o con el temor a que te ataquen me resulta muy doloroso”.