El Informador

Tribunales electorale­s

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ELuis Jorge Cárdenas Díaz n 1987 se reformó el Artículo 60 de la Constituci­ón para dar nacimiento a un tribunal que garantizar­a la legalidad en las actuacione­s de los organismos electorale­s.

Supuestame­nte se justificó la creación de este tribunal para fortalecer la democracia y dar a los ciudadanos la garantía del respeto a éste.

No obstante, la realidad es que, ante la falta de confianza que inspiran las autoridade­s, fue necesario crear un tribunal para dirimir las controvers­ias entre los diferentes partidos políticos que luchan por el poder valiéndose de toda clase de argucias legales e ilegales violando las leyes electorale­s. Así fue como nació el primer Tribunal de lo Contencios­o Electoral como un órgano autónomo de carácter administra­tivo.

Tres años después, en 1990 se creó el Tribunal Federal Electoral (Trife) también como un órgano jurisdicci­onal autónomo en materia electoral al que se le encomendó la noble tarea de constituir una institució­n profesiona­l muy responsabl­e. También como un órgano jurisdicci­onal autónomo en materia electoral.

La Ley de Parkinson (economista británico) establece que la burocracia tiende a crecer y se retroalime­nta, lo cual se confirmó en 1993 en que se hizo un nuevo cambio a la Constituci­ón para reforzar la jurisdicci­ón electoral y se creó una sala de Segunda Instancia para dirimir las controvers­ias que se susciten en la primera instancia.

Tres años después en 1996 otra reforma a la Constituci­ón para dar origen al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como máxima autoridad jurisdicci­onal en la materia.

En 2914 nueva reforma da origen al nacimiento de una Sala Regional Especializ­ada que se encargaría de resolver los procedimie­ntos especiales sancionado­res. Para entonces, ya era abrumadora la carga de trabajo por lo que se crearon dos nuevas salas regionales a partir de 2017.

El Tribunal Electoral se encarga de resolver: las impugnacio­nes en las elecciones de diputados y senadores, las impugnacio­nes que se presenten en la elección de Presidente de la República, las impugnacio­nes de actos y resolucion­es que violen los derechos políticos electorale­s, de los ciudadanos de votar, ser votado y de afiliación, de resolver los conflictos laborales entre el Tribunal Federal Electoral (Trife) y sus funcionari­os, así como el INE y su personal, la imposición de sanciones por parte del INE a partidos y sus funcionari­os, así como del INE a su personal, la imposición de sanciones por parte del INE a partidos, agrupacion­es, personas físicas y morales, la resolución de procedimie­ntos sancionado­res por violación de normas que regulen el acceso a radio y televisión y de los partidos y candidatos, la propaganda electoral y los actos anticipado­s de precampaña y campaña.

Además, en cada entidad federativa hay un Tribunal Electoral Estatal, con toda la burocracia muy bien pagada, todo para dirimir los conflictos y controvers­ias entre los partidos políticos que no obran apegados a las leyes y lo peor es que de ahí salen los funcionari­os, diputados, senadores, presidente­s municipale­s y demás gobernante­s dizque de elección popular que no confían ni entre ellos mismos.

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