“Malestar social” en los países de América Latina
La proyección de crecimiento para Latinoamérica y el Caribe en 2021 fue revisada al alza desde enero, pero el repunte "todavía es débil en relación con otras regiones de mercados emergentes y economías en desarrollo", advirtió el Banco Mundial.
Brasil, el segundo país del mundo con más víctimas mortales de COVID-19 después de Estados Unidos, crecerá 4.5% este año, gracias a una nueva ronda de pagos de emergencia a los hogares y un aumento del consumo.
La economía de México, también fuertemente golpeado por la pandemia, se expandirá un 5%, luego de una contracción de 8.3% en 2020. La industria manufacturera y el sector de los servicios deberían beneficiarse del aumento de las exportaciones por el fuerte crecimiento de Estados Unidos.
Para Argentina, el Banco espera un repunte de 6.4% en 2021 tras una contracción de tres años que precipitó el PIB real a cerca de su nivel de 2009. En 2020 la caída fue de 9.9%.
La actividad económica de Colombia crecerá 5.9% este año, en tanto Chile lo hará en un 6.1%, y Perú, en un 10.3%.
Centroamérica tendrá un crecimiento esperado de 4.8% en 2021 y de 4.5% en 2022, debido a remesas firmes por el apoyo fiscal adicional y la sólida recuperación en Estados Unidos, así como por aumentos en los precios de las materias primas y la llegada de turistas internacionales.
En Panamá, que registró el año pasado una de las contracciones más severas por la pandemia (-17.9%), se estima una expansión de 9.9% este año.
Para el Caribe se proyecta un incremento de la actividad de 4.7% este año.
"En toda la región, la durabilidad de la recuperación económica depende en gran medida del control de la pandemia", resaltó el Banco Mundial, remarcando que el ritmo pleno de la vacunación a gran escala recién se logrará bien entrado el 2022.
El riesgo entonces es que nuevas oleadas de infecciones, o la circulación generalizada de nuevas variantes del COVID-19, retrase la recuperación económica presionando aún más los sistemas de salud ya sobrecargados, señaló.
Y alertó: "La frustración por el rigor y duración de las restricciones de movilidad relacionadas con el COVID-19, combinado con una arraigada desigualdad de oportunidades y un empeoramiento de la percepción de la eficacia de los gobiernos a lo largo del tiempo, puede alimentar el malestar social". AFP