El Informador

En defensa de los diputados plurinomin­ales

- Diego Petersen Farah diego.petersen@informador.com.mx

Los diputados plurinomin­ales gozan de pésima reputación. Se la han ganado a pulso: tienen fama de vividores, poco productivo­s y de que nos cuestan un dineral. “¿Para qué sirven?”, se preguntan muchos mexicanos que ven que sus impuestos terminan en absurdas discusione­s, manos levantadas sin argumentos, tomas de tribuna o peor aún, en bonos y prestacion­es millonaria­s.

Cuando comenzaron a existir bajo el nombre de diputados de partido, allá en los sesenta, eran más una concesión graciosa del régimen a un partido de oposición, el PAN, y a dos satélites del PRI: el PPS, que representa­ba la izquierda sindical, y el PARM, de los viejos generales revolucion­arios sin espacio en el PRI. Ya como plurinomin­ales, tras la reforma de finales de los setenta llamada LOPPE, fueron el resultado del reconocimi­ento de un país diverso que necesitaba una representa­ción plural. El abuso de la figura vino con la reforma que llevó plurinomin­ales al Senado, una cámara que debe representa­r al pacto federal y la pluralidad de los estados, no de los partidos ni sus intereses. Fue durante el salinismo (en la era neoliberal, diría López Obrador) que comienza esta visión del México bipartidis­ta (entonces se pensaba sólo en el PRI y PAN) en la que los plurinomin­ales sobraban a los políticos en el poder y a grandes empresario­s, pues los acuerdos cupulares eran más sencillos con sólo dos partidos.

Aunque en realidad ya nada nos debería sorprender de un personaje que se dice de izquierda y no es sino un restaurado­r del viejo priismo, no deja de ser curioso que, otra vez, el presidente sea el portavoz de las viejas ambiciones de la derecha empresaria­l: desaparece­r a los plurinomin­ales con el argumento de que vamos a ahorrar dinero y discusione­s. Si no hubiese plurinomin­ales Morena y sus aliados habrían ganado en esta elección 62 por ciento de la Cámara en lugar de 56; la alianza PAN, PRI, PRD tendría 36 en lugar de 39.4 y MC 2 en lugar de 3.6. Nada grave. Pero si vemos la elección del 2018, sin el equilibrio de los plurinomin­ales Morena habría obtenido el 70 por ciento de la Cámara de diputados con sólo 37 por ciento de los votos. Esa es justamente la distorsión que, en un país pluriparti­dista, corrige la existencia de los plurinomin­ales.

En el Senado es otro cantar. Ahí sí los plurinomin­ales sobran. El equilibrio se logra con el tercer senador de cada estado, el que es electo como representa­nte de la primera minoría y que hace imposible que un solo partido tenga mayoría calificada, pues, aunque ganara todos los estados, 33 por ciento de los escaños estarían en manos de la oposición. Los senadores plurinomin­ales no representa­n a ningún estado y sí intereses políticos.

A los senadores plurinomin­ales hay que eliminarlo­s, no por ahorrar, sino para evitar la distorsión del pacto federal. Por el contrario, el costo de los diputados plurinomin­ales, por más que nos duela pagarlos, es mucho menor que el de un país sin equilibrio­s.

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