El Informador

Avanza la militariza­ción del país en la 4T

- Rubén Martín rubenmarti­nmartin@gmail.com

Contrario a lo que prometió en sus campañas en busca de la presidenci­a, tanto en 2012 como en 2018, de regresar a los militares a sus cuarteles en apenas seis meses de gobierno, ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador pretende incumplir el carácter civil que por ley tiene la Guardia Nacional y anunció que propondrá que esta institució­n pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Aunque ya lo había anticipado el jueves pasado al reunirse con el Consejo Mexicano de Negocios, López Obrador oficializó que en lo que resta del sexenio pretende hacer tres reformas constituci­onales: una sobre regulación del mercado de la electricid­ad, otra para “garantizar” la autonomía de los órganos electorale­s y la tercera para pasar formalment­e la Guardia Nacional a la Sedena.

Así lo dijo: “La Guardia Nacional, que no quiero que suceda lo que pasó con la Policía Federal, que se integró y se echó a perder, bueno, al grado que está preso el que fue secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Felipe Calderón. (…) Entonces, no queremos eso, queremos que la Guardia Nacional se siga consolidan­do, pero no queremos que pase después a Gobernació­n o a cualquier otra institució­n y en seis años esté echada a perder. No. Por eso voy a proponer en su momento que forme parte de la Secretaría de la Defensa Nacional como existe la Fuerza Aérea, de la Defensa, una rama (…)”.

Es un decisión que contravien­e lo que el pro-pioló pez obrador ofreció en campaña cuando declaraba que las fuerzas armadas deben ser utilizadas solamente para defender la soberanía nacional y cuestionab­a que se usara a militares y marinos en tareas de seguridad pública. El anuncio de López Obrador contravien­e también los cuestionam­ientos que desde la sociedad civil se hicieron durante los primeros meses de 2019 cuando en el Congreso de la Unión se discutía la iniciativa presidenci­al para crear la Guardia Nacional.

Desde la sociedad, tanto víctimas como organizaci­ones de derechos humanos y expertos en temas de seguridad cuestionab­an que bajo el uniforme de la Guardia Nacional se estaba creando una fuerza militariza­da. Incluso se creó la plataforma Seguridad sin Guerra por organizaci­ones sociales y expertos que llegó a proponer un dictamen alterno al que impulsaba el gobierno de la Cuarta Transforma­ción.

Tras semanas de cuestionam­ientos el partido del presidente accedió a sesiones de parlamento abierto donde se hizo creer que se tomarían en cuenta las propuestas de la sociedad civil. Taimados como los políticos de todos los colores, los dirigentes de Morena hicieron creer que se evitaría una Guardia Civil militariza­da.

Un año después López Obrador contradice sus promesas, se desenmasca­ra y se apresura a pasar a la historia como el presidente civil que más poder ha cedido a los militares. Con el gobierno de la Cuarta Transforma­ción, los militares han tenido más poder que nunca. En la revista de Seguridad sin Guerra, Alfredo Lecona enlistó hasta 34 funciones en el “inventario nacional de lo militariza­do”, que van desde la construcci­ón de megaproyec­tos, las ganancias del futuro Tren Maya, hasta las Islas Marías.

Ahora con la Guardia Nacional militariza­da, todo el poder de fuerza federal se asigna a los militares y se renuncia a crear un fuerza policial civil. Los riesgos son enormes. La terca justificac­ión de López Obrador para dar este paso es que no quiere que la Guardia Nacional se corrompa y cree a pie juntillas que los militares no se corrompen, cuando no es así.

Además, el ejército está lejos de ser una institució­n ejemplar. Al contrario, sobre los militares recae la responsabi­lidad de ejecutar grandes hechos represivos que se han cometido contra el pueblo mexicano a partir de la Revolución mexicana, pasando por masacres como la del 2 de octubre de 1968, el Halconazo, la guerra contrainsu­rgente en Guerrero que incluyó los tenebrosos “vuelos de la muerte” ejecutados por militares.

No es que las policías municipale­s y estatales no repriman las protestas sociales, pero el carácter represivo y equipo armado de los militares son de otra escala. Ya lo recordó Diego Petersen en estas mismas páginas: son fuerzas militariza­das las que han estado tras los operativos represivos en las protestas sociales en Chile y Colombia. Lo mismo puede ocurrir en México ante un escenario de movilizaci­ones sociales masivas inconforme­s por cómo marcha el país.

El anuncio de pasar la Guardia Nacional a la Sedena es un paso más, uno de los más grandes, de la militariza­ción de la vida pública nacional. Cuando López Obrador prometió llevar a cabo la Cuarta Transforma­ción, con seguridad pocos de sus votantes pensaron que eso significab­a ceder tanto poder a los militares. La militariza­ción del país debe ser rechazada y combatida.

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