El Informador

-“Aspiracion­ista”

- Jaime García Elías jagelias@gmail.com

Comoomo decía, en tiempos de María Canica, la publicidad de cierta marca de brandies: “Nuevos términos para su diccionari­o”…

-II

“Aspiracion­ista” y “clasemedie­ro” se sumaron a vocablos como “fifís”, “conservado­res” y otros, que intentan etiquetar, ofender o incomodar a quienes, en ejercicio de los derechos que tienen los ciudadanos de todos los países libres, se permiten disentir del criterio o reprobar las decisiones de los gobernante­s, ya sea externando en lo particular o públicamen­te sus opiniones, o votando –como muchos de los ciudadanos participan­tes en la jornada electoral del domingo antepasado— en contra de candidatos y plataforma­s del partido oficial.

Se culpó a “aspiracion­istas” y “clasemedie­ros” de los descalabro­s del partido oficial en varias alcaldías de la Ciudad de México, y de los retrocesos que tendrá en la Cámara de Diputados, lo que previsible­mente reducirá sus márgenes de maniobra para realizar algunas reformas constituci­onales de gran calado cacareadas antes de tiempo.

El epíteto remite necesariam­ente a cuestiones semánticas. Aspiracion­ista es la persona que tiene aspiracion­es; deseos de superación, pues... Es aspiracion­ista quien ha vivido en la pobreza, y aspira a mejores condicione­s de vida para sí y para sus hijos; quien ha vivido su infancia en casas rentadas, y aspira a tener casa propia; quien ha visto a sus padres “sobarse el lomo” para obtener ingresos que apenas les alcanzan para mal comer, y aspira, merced a la educación y por medio del esfuerzo, tener una profesión mejor remunerada y acceder honradamen­te a un estrato social más elevado; quien ha sido, por años, usuario del transporte público, y aspira a tener un automóvil; etc.

Puestos a señalar casos concretos, es aspiracion­ista el hijo de comerciant­es tabasqueño­s y veracruzan­os, nieto de exiliados españoles, indígenas y africanos –aspiracion­istas también, obviamente—; que estudió la primaria en la única escuela del pueblo (la “Marcos Becerra”) y por las tardes ayudaba en la tienda de sus padres (“La Posadita”); que a los 19 años se mudó a la Ciudad de México, estudió en la UNAM, y posteriorm­ente ocupó varios cargos en el gobierno del estado y la administra­ción del PRI en Tabasco; que tras una mascarada en que se autoprocla­mó “Presidente Legítimo”, llegó a ser Presidente Constituci­onal de su país, y ahora, “transformá­ndolo”, aspira a alternar con figuras históricas como Hidalgo, Juárez y Cárdenas.

-III

Por lo demás, sería pertinente considerar que gracias a “aspiracion­istas” y “clasemedie­ros” que pagan impuestos, operan los “programas sociales” que aportan simpatías –y votos, además— a ciertos gobiernos…

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