La caminata plateada del “Sargento”
José Pedraza se quedó a dos segundos de la gloria sobre el tartán; lamentó por mucho tiempo su logro
Una de las medallas olímpicas más conmemorativas en la historia del deporte nacional quedó grabada en la memoria de los mexicanos después de aquel final de locura que se vivió en la pista de tartán de Ciudad Universitaria el 14 de octubre de 1968, en los Juegos Olímpicos de México.
Cuando restaban menos de 300 metros para concluir la prueba de los 20 kilómetros en marcha atlética, el mexicano José “El Sargento” Pedraza remontó posiciones y, pese al rictus de amargura y de coraje por no haber cruzado la meta en primer lugar, se llevó las ovaciones de la afición por haber conquistado la medalla de plata para México.
La imagen del “Sargento” Pedraza, a tan sólo unos metros de llegar a la meta, aún sigue viva en los recuerdos y fue un fiel ejemplo de lo que significa el coraje del atleta mexicano en busca de llegar a lo más alto.
Después de todo el esfuerzo que imprimió el “Sargento” para llegar a la meta, aquella imagen del mexicano combinó varios golpes al aire en señal de reproche y también un ataque de histeria al pensar que pudo haber hecho más para ganar la presea dorada.
Sin embargo, cuando Pedraza culminó en la segunda posición de la prueba, el público presente en Ciudad Universitaria le demostró cariño y respeto al “Sargento” no sólo por ese esfuerzo extra en los últimos metros, sino también por haberse convertido en el primer mexicano en ganar una medalla olímpica en atletismo.
Fue así como Pedraza cobró revancha de sus intentos fallidos en años anteriores. Desde los 15 años decidió enlistarse en el Ejército Mexicano, he de ahí el apodo del “Sargento”, pero a la par luchó por competir en unos Juegos Olímpicos viviendo sus primeras experiencias en Roma 1960 y en Tokio 1964, aunque sin poder conseguir logros importantes.
Final extenuante
La revancha llegó aquel 14 de octubre de 1968. “El Sargento” ingresaba al estadio en la tercera posición de la prueba de marcha y tenía la mirada clavada en los dos atletas soviéticos que caminaban por delante de él.
Cuando restaban menos de 300 metros para llegar a la meta, Pedraza hizo estallar la emoción del público luego de rebasar a Nikolai Smaga para meterse de lleno en la pelea por el primer lugar.
El júbilo seguía en las tribunas y el final estaba cada vez más cerca. “El Sargento” reducía de a poco las distancias ante el líder Volodimir Golubnichi, pero la meta también estaba a la vista.
Pedraza imprimió un último esfuerzo en la recta final, pero llegó dos segundos tarde que hubieran significado el triunfo ante su gente. Finalmente, el soviético Golubnichi se quedó con el oro olímpico tras un tiempo de una hora 33 minutos y 58 segundos, mientras que el mexicano se colgó la plata deteniendo el cronómetro en una hora y 34 minutos.
Aunque todos los mexicanos lo vitoreaban por su gran logro como atleta, “El Sargento” siempre mencionó que “esa pinche medalla sólo me dejó amargura”.