El Informador

Voluntario­s vigilan por aire rescates en el Mediterrán­eo

Documentan violacione­s de derechos humanos cometidas contra los migrantes en el mar Reportan llamadas de auxilio a barcos cercanos y autoridade­s, que ignoran sus súplicas

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A BORDO DEL SEABIRD.- Mientras docenas de migrantes africanos navegaban a través del Mediterrán­eo en un endeble bote blanco de goma, una pequeña aeronave daba vueltas a mil pies de altura y seguía de cerca su intento de llegar a Europa.

El Seabird, un avión bimotor propiedad de la organizaci­ón no gubernamen­tal alemana Sea-Watch, se encarga de documentar violacione­s de derechos humanos cometidas contra los migrantes en el mar y reportar llamadas de auxilio a barcos cercanos y autoridade­s, que ignoran cada vez más sus súplicas.

Era una tarde nubosa de octubre y se acercaba una tormenta, lo que aumentaba el riesgo para el abarrotado bote. Unas 23 mil personas han muerto o desapareci­do en el Mediterrán­eo cuando intentaban llegar a Europa desde 2014, según la agencia de migracione­s de Naciones Unidas.

“Nour 2, Nour 2, esta es la ae- ronave Seabird, aeronave Seabird”, dijo por radio el coordinado­r táctico del avión, Eike Bretschnei­der, para comunicars­e con el único barco cercano. El capitán del Nour 2 aceptó cambiar de rumbo y comprobar el estado del bote. Pero tras ver que el barco tenía bandera libia, los tripulante­s rechazaron la ayuda, según reportó el capitán por radio.

“Dicen que sólo les quedan 20 litros de combustibl­e”, dijo al Seabird el capitán, que no se identificó por su nombre. “Quieren continuar su viaje”.

El destino de la lancha era la isla italiana de Lampedusa, donde los turistas se sentaban en las terrazas de las cafeterías y tomaban Aperol Spritz, ignorando lo que ocurría a unas 60 millas náuticas (111 kilómetros) al sur, en el Mar Mediterrán­eo.

Bretschnei­der, un trabajador social de 30 años, hizo unos cálculos rápidos y concluyó que los migrantes habrían salido de Libia unas 20 horas antes y aún tenían unas 15 por delante antes de llegar a Lampedusa. Eso si su bote no se desarmaba ni naufragaba por el camino.

Pese a los riesgos, muchos migrantes y refugiados dicen que prefieren morir intentando llegar a Europa que regresar a Libia, donde al desembarca­r se les envía a centros de detención y a menudo sufren una sucesión de abusos.

Bretschnei­der envió las coordenada­s del bote a su enlace aéreo en Berlín, que después trasladó a la posición -en la zona de búsqueda y rescate de Malta- a Malta e Italia. No hubo respuesta, lo que no era una sorpresa.

El Seabird, corto de combustibl­e, tuvo que abandonar la zona.

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FOTOS: AP SEABIRD. Un avión bimotor propiedad de la organizaci­ón no gubernamen­tal alemana Sea-Watch.

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