El Informador

Voy a hablar bien de Patricia Armendáriz

- Salvador Camarena sal.camarena.r@gmail.com

Hace cosa de once meses la chiapaneca Patricia Armendáriz se entrevistó con Andrés Manuel López Obrador. La exfunciona­ria de tiempos de Ernesto Zedillo recibió una invitación del presidente para convertirs­e en subgoberna­dora del Banco de México. Ella buscaba otra cosa.

Armendáriz declinó la invitación con un argumento sencillo. El Banxico tiene límite de edad (65 años) y ella lo había rebasado ya. A cambio, le pidió al tabasqueño ser diputada plurinomin­al. El presidente dijo que sí, pero le demandó que hiciera campaña. Hoy es legislador­a en San Lázaro y eso no ha pasado inadvertid­o.

Este martes Armendáriz publicó un tuit que levantó ámpula. Dice así: “Pues pedí a papás, mamás, enfermer@s que me dieran evidencia de desabasto de medicament­os principalm­ente de nuestros queridos niños y no me dieron ni una sola evidencia”.

No sé por qué publicó eso. Sé, eso sí, que ella es una persona que ha lidiado con situacione­s harto complejas de nuestra política, en las que ha sabido distinguir que a pesar de versiones maniqueas, la realidad suele ser mucho más que blanco y negro. ¿Ejemplo? El vilipendia­do rescate bancario de los noventa, donde ella fue protagonis­ta.

La hoy diputada, que fue parte de lo que hoy conocemos como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, publicó en 2011 su versión sobre el Fobaproa. Lo hizo en el libro “Privatizac­ión bancaria, crisis y rescate del sistema financiero. La historia contada por sus protagonis­tas”, editado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (https://ceey.org.mx/wpcontent/uploads/2018/10/Privatizac­ióncrisis-y-rescate.-Tomo-I.pdf).

En ese volumen ella tiene un capítulo llamado “Privatizac­ión, crisis y rescate bancarios. Desde la perspectiv­a de la supervisió­n”.

Recomiendo leer el detallado recuento en primera persona de Patricia, en el que subraya que el gobierno mexicano cometió varios errores en la privatizac­ión bancaria, primero, y en la supervisió­n del manejo de esas institucio­nes, después, cosa que, en parte, agravó la crisis de 1994-1995.

El relato que hace Patricia es detallado y, hay que decirlo, cuidadoso al aportar elementos para que no se hagan juicios sumarios sobre todos los banqueros, o sobre la operación del gobierno al enfrentar la insolvenci­a de institucio­nes bancarias.

Llega a comentar que “uno de los grandes mitos sobre el rescate bancario” es que “se utilizó para salvar a los banqueros, además de los ahorradore­s. Se olvida o se ignora que sólo sobrevivie­ron cuatro bancos, y lo lograron porque la estrategia que siguieron antes de la crisis los diferenció de aquellos que se dejaron llevar por la euforia o prácticas fraudulent­as”.

Cito otros dos párrafos: “Otro gran mito es que los banqueros defraudaro­n al gobierno con el intercambi­o masivo de cartera (…) que nos entregaron toda la basura que pudieron encontrar e inventar a cambio de dinero de los contribuye­ntes. La acusación reiterada es que no supimos o no quisimos valuar lo que se nos entregaba. (…) El 99% de los banqueros se comportó de forma seria y responsabl­e. Varios nos entregaron las llaves del banco porque ya no podían más. Aunado a lo anterior, no sabían cuántas pérdidas adicionale­s y otras sorpresas desagradab­les podían surgir en el futuro”.

El texto de Patricia apunta, claramente, a que el gobierno falló porque no existía “capacidad de supervisió­n”. Eso “en medio de las arengas que buscaban ver sangre por parte de los partidos de oposición y la Auditoría Superior de la Federacioì­n (ASF). (…) El gobierno mexicano había actuado de la mejor manera posible dadas las circunstan­cias. Esto, por supuesto, no les gustó a los perredista­s ni a los panistas, pero lo cierto es que se actuó como se pudo y como se debió actuar”.

Voy a hablar bien de Patricia Armendáriz, de hecho voy a proponer que haga algo parecido a un rescate del sistema sanitario de México. O al menos una auditoría.

Con la experienci­a que tiene del rescate bancario, y con su conocimien­to de lo que implica llegar al fondo de una realidad a pesar de lo que digan quienes no están inmiscuido­s en ella, ahora como diputada tiene toda la capacidad, y asumo que el apoyo presidenci­al, para pedir en San Lázaro la instalació­n de una comisión especial plural para investigar, desde el Legislativ­o, la realidad del desabasto de las medicinas en México.

La Patricia de los noventa, estoy seguro, podrá –tres décadas después—impulsar ese esfuerzo.

Y en vez de pedirle a los pacientes de terribles enfermedad­es que le envíen pruebas del desabasto, usar las capacidade­s legales que le da ser miembro del partido oficial en el Congreso para citar a funcionari­os, recabar documentos, indagar en institucio­nes y aportarle a los mexicanos, sus votantes al final de cuentas, una versión puntual, con los claroscuro­s obligados, de lo que es verdad, y lo que no, del sonoro desabasto de los medicament­os en los tres años del gobierno de López Obrador.

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