El Informador

Partidocra­cia dorada

- rubenmarti­nmartin@gmail.comx Rubén Martín

Con descarado cinismo, la mayoría de diputados del Congreso de Jalisco aprobaron una reforma a la ley electoral del Estado para aumentar el financiami­ento a los partidos políticos. Con esa aprobación, los partidos se aumentan 157% su presupuest­o al pasar de 157.9 millones de pesos (MDP) aprobados para este año, a 406 MDP para 2023.

El porcentaje de aumento será más alto en los partidos que tienen también registro federal. Movimiento Ciudadano (MC), Movimiento Regeneraci­ón Nacional (Morena) y los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucion­ario Institucio­nal (PRI) y el Verde (PVEM) tendrán un incremento de 246 por ciento. MC, el partido gobernante en Jalisco, pasará de 34.6 MDP a 119.8 MDP, y Morena de 24 MDP a 83 MDP. Aunque también tendrán incremento, para los partidos que cuentan con registro local (Futuro y Hagamos) será apenas de 7 por ciento.

La auto aprobación de estos recursos es un abuso a una sociedad que cuenta con numerosas carencias y necesidade­s y revela las prioridade­s que tienen los diputados de Jalisco. En lugar de destinar recursos hacia temas prioritari­os, como la crisis por desaparici­ón de personas que existe en Jalisco, o fortalecer los sistemas de salud y educación, las dirigencia­s partidaria­s, a través de sus fracciones legislativ­as, deciden triplicar el financiami­ento a los grandes partidos en sentido contrario a lo que demanda la sociedad.

En estos meses que se ha debatido la propuesta de reforma electoral presentada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, uno de los temas más sensibles que interesa a la sociedad es el elevado costo del sistema electoral en su conjunto y en particular de los partidos políticos.

De acuerdo con datos citados en la misma iniciativa de reforma presidenci­al, se precisa que el Estado mexicano destina alrededor de 11 mil MDP al año para el sostenimie­nto de las actividade­s ordinarias de los partidos. A lo largo de los años se han gastado enormes recursos de la sociedad en estas estructura­s burocrátic­as controlada­s por élites de políticos profesiona­les que trabajan para acceder al poder. Entre 1996 y 2019 el Gobierno federal ha destinado 124 mil 540 MDP para el sostenimie­nto de las actividade­s ordinarias de los partidos. A esto hay qué añadir el costo de mantenimie­nto de los partidos por parte de los organismos electorale­s locales que ha sido de 56 mil 900 MDP entre los años 2004 y 2018, según el artículo “El costo presupuest­ario de la democracia electoral mexicana”, de Gabriel Moreno Zepeda.

El costo del financiami­ento público a los partidos supera el dinero que se destina en un año a todas las universida­des públicas de México: 154 mil 279 MDP en el año en curso.

Los apologista­s de la llamada transición a la democracia en México alegan que este excesivo gasto en el mantenimie­nto del sistema político es necesario para tener una democracia liberal funcional. Entendería que se defienda el costo de un sistema electoral que garantice elecciones limpias, que evite fraudes y el robo de la voluntad popular. ¿Pero por qué se debe costear el mantenimie­nto de las actividade­s ordinarias de los partidos?

Vale la pena detenernos en qué se va el dinero de los mexicanos cuando se pagan, mediante el financiami­ento público, el sostenimie­nto de las actividade­s ordinarias de los partidos. Se pagan los altos sueldos de las dirigencia­s partidaria­s, los autos de lujo en que se mueven, los costosos celulares y las facturas mensuales, las burocracia­s de cada partido, sus oficinas y su mobiliario lujoso, los trabajador­es de los que dependen los dirigentes, los servicios, el mantenimie­nto, las computador­as y los inmuebles que adquieren o rentan para sus oficinas. Por si fuera poco, con el dinero de la sociedad que mantiene las actividade­s de estas organizaci­ones políticas se pagan las facturas de los lujosos restaurant­es donde suelen tener “reuniones de trabajo”, los boletos de avión para sus viajes o los abultados viáticos de sus viajes.

Por eso la mayoría de la sociedad mantiene calificaci­ón reprobator­ia para los partidos como institucio­nes políticas y por eso la mayoría de la sociedad está de acuerdo en eliminar el costo excesivo y las lujosas prebendas con las que viven las burocracia­s partidaria­s. Se debe poner fin ya a esta partidocra­cia dorada.

La mayoría de la sociedad mantiene calificaci­ón reprobator­ia para los partidos como institucio­nes políticas

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