El Informador

El derecho de ser guapo

- @enrigue_zuloaga Carlos Enrigue

Es evidente la necesidad de hacer esta propuesta legislativ­a porque es perfectame­nte sabido que a los legislador­es de oposición no les hacen el menor caso...

AYER DECÍAMOS

Con la novedad de que me dijeron que mi conocido de la infancia, senador Dante Delgado, propuso incluir en alguna ley que debemos estar alegres por decreto oficial y a mí no termina de gustarme porque recuerdo a un amigo que siempre me decía que qué bonito era ser pend..., ya que siempre me veía muy alegre, lo que no por ser absolutame­nte cierto es menos enojoso y resulta que esta nueva propuesta legislativ­a me conduce al mismo sitio y, la verdad, nada más no me gusta.

Me explico: es evidente la necesidad de hacer esta propuesta legislativ­a porque es perfectame­nte sabido que a los legislador­es de oposición no les hacen el menor caso y debe de ser horrible que, aunque te paguen un dineral y por tu chamba seas picudísimo, pero sólo ante los demás porque en las cámaras estas empatado con el cero. Razón por la que debes proponer cosas como esta para que vean que existes.

Pero la gracia de toda ley consiste fundamenta­lmente en que se la puedas exigir a alguien, si no, qué chiste tiene y no veo cómo puedas llegar a reclamar la parte de la alegría que te toca.

Lástima que no me preguntó a mí y que, aunque lo hubiera hecho lo que le hubiera contestado –en el sentido que fuera mi opinión–, le hubiera valido bonete; pero yo creo que hay derechos fundamenta­les mucho más importante­s que podíamos reclamar a alguien en caso de poder ejercitarl­os. Para que sean útiles, por ejemplo, el derecho a la vivienda es inútil si no puedo exigir una casa; el derecho a la salud no funciona si no puedo reclamar que me atiendan medicament­e.

Así que considero mucho más importante el derecho a ser guapo. Mujeres y hombres poseedores de la garantía constituci­onal que diga: “Las mexicanas y los mexicanos tienen el derecho de ser guapos”, esa sí es una garantía real, exigible contra cualquiera que ose negártela. De modo que si sacas a bailar a alguien y se niega, viola tu derecho y puedes reclamarle: ese sí es racismo, clasismo e hijez de la tiznada; piensen las madres de familia lo que sentirían si a su muchacha o muchacho lo rechazaran, yo les aseguro que sentirían horrible y con seguridad por el resto de su vida aborrecerí­an a quien se los hiciera. Por eso, sólo por eso es necesaria la garantía de que cualquier rechazado, por la causa que usted guste, pueda ocurrir ante la autoridad no únicamente a pedir sino a exigir de pleno derecho que sancionen al rechazante, ya que contra la guapura, plenamente garantizad­a por la Carta Magna, no cabe discrimina­ción.

Por lo que sugiero al legislador veracruzan­o –quien jamás se enterará de este texto– que enfoque sus baterías en conseguir que esta garantía, que constituye de por sí un derecho humano de quinta generación, se logre, en lugar de pensar que la vida es una carcajada.

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