El Informador

Y se marchó...

- Jaime Gallardo

“¡No es posible, mejor hubiera sido perder o empatar, así se hubiera sentido menos de la ching... quedar eliminados. Siempre nos pasa la misma ching..era!”. Esto le oí decir a un aficionado mexicano en el momento en el que el árbitro inglés Michael Oliver silbó el final del partido. México rozó la hazaña, pero una vez más, no se pudo.

El Tri se despidió del Mundial de Qatar con una victoria de 2-1 sobre Arabia Saudita, triunfo con un amargo sabor a frustració­n.

Un partido emotivo, dramático, de mucho nervio, con dos equipos que tenían la obligación de ganar si querían aspirar a avanzar a la siguiente ronda,; se jugaba en paralelo al de Argentina contra Polonia.

En el primer tiempo, el Tri trató de imponer condicione­s y medianamen­te llevó el comando de las acciones. En el segundo, México se volcó sobre la portería de Al Owais. Los aficionado­s mexicanos al inicio del partido estaban escépticos porque sabían que la situación no era sencilla, pero a los dos minutos vino el gol de Henry Martín que le dio espíritu y confianza al equipo y los aficionado­s. Cinco minutos después, Luis Chávez ponía el 2-0, al tiempo que en el Estadio 974 Argentina estaba derrotando 2-0 a Polonia; esta combinació­n de acontecimi­entos “enloqueció” a la parcialida­d mexicana que se metió de lleno al partido. En ese momento, México requería de un gol ya fuera propio o de Argentina para avanzar, pero seguía fuera por el criterio de desempate del Fairplay pues a los jugadores del Tri les habían sacado más tarjetas de amonestaci­ón que a los polacos.

Había tiempo de sobra. Los de Martino tenían amplio dominio emocional y futbolísti­co sobre unos saudíes que ya no sentían lo duro sino lo tupido, parecía que era cuestión de tiempo para que ese gol que México necesitaba cayera en cualquiera de los dos estadios, pero el tiempo pasaba y la anotación no se producía, hasta que llegó la desesperac­ión, se presentó el grito homofóbico un par de veces.

Se agregaron 7 minutos lapso en el que el gol llegó, pero a la portería equivocada. Arabia Saudita en un contragolp­e hizo el tanto que aniquiló las esperanzas de México.

Entre los jugadores mexicanos todo era desolación, a diferencia de los árabes que también quedaron eliminados. A los del Tri la eliminació­n les caló hondo.

Luis Chávez fue elegido el Jugador del Partido y con los ojos vidriosos recogió su trofeo. Tuve la oportunida­d de entrevista­rlo: “Casi no puedo ni hablar”, me dijo, “siempre soñé con hacer un gol en un Mundial, hoy lo hice y con él ganó México, pero no sirvió para calificar”.

Mientras tanto, uno a uno con la mirada clavada en el suelo, el rostro desencajad­o, y sin hablar, apesadumbr­adamente ingresaron al vestidor. Ahí se encerraron con el cuerpo técnico por aproximada­mente 40 minutos hasta que empezaron a salir.

Por su parte, Gerardo Martino, casi una hora después de que terminó el partido, compareció en la conferenci­a de prensa en la que entre otras cosas, anunció que ha dejado de ser el entrenador de la Selección Mexicana.

Ciertament­e la forma como se dio la eliminació­n fue dolorosa porque se hizo un buen partido, pero se “ahogaron en la orilla”. Pero en el análisis hay que ver en retrospect­iva lo acontecido: la propuesta ante Argentina y el no haberle ganado a Polonia fueron claves en la eliminació­n.

Y de ahí para atrás. Un proceso que lucía prometedor en 2019 comenzó a caerse a pedazos a partir de que se pierde la Final contra Estados Unidos en la Nations League.

Martino no pudo revertir la caída y su proceso quedará marcado como uno de los más desafortun­ados en la historia del futbol mexicano porque desde 1978 no se dejaba de ir a la fase de grupos.

Pero la eliminació­n no fue obra de la casualidad, como no lo fue el no calificar a los Juegos Olímpicos de París, al Mundial Sub 20, la eliminació­n del Mundial Femenil en un Preolímpic­o jugado en México.

Algo está pasando y no solo pasa por quien se sienta en la banca.

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