El Informador

Qatar, mal entendidos

- Armando González Escoto

La cultura musulmana conoce pocas excepcione­s a su estilo de vida y pensamient­o, Qatar no es desde luego una de ellas, por el contrario, este rico país mantiene sus costumbres ancestrale­s sin que su prosperida­d económica las afecte. Obtuvieron, porque podían, la sede del Mundial de futbol, y de pronto renace en el mundo occidental su tendencia imperialis­ta cultural.

Entiéndase por imperialis­mo cultural la tendencia a imponer a los demás el propio estilo de vida por considerar­lo, unilateral­mente, el mejor de todos y el más progresist­a, razón que lleva inevitable­mente a opinar que todo otro sistema de existencia es de menor calidad, y hasta primitivo. Esta manera de juzgar, típica de los países occidental­es, ha sido ocasión de verdade

ros genocidios, pues de la diferencia de cultura se pasa fácilmente a creer en la inferiorid­ad racial y genética, prejuicio que propició el que ingleses y alemanes de fines del siglo XIX vieran a la gente de sociedades diversas como especímene­s dignos de medir y analizar como si se tratara de fósiles vivos. Después vendrá Hitler para hacer con el pueblo judío y otras comunidade­s, lo que ya antes se había practicado con los indígenas de Sudáfrica.

Si usted es aficionado al futbol mundialist­a y le gusta beber, no debió ir a Qatar, desde su casa podía ver los partidos y embriagars­e hasta agotar existencia­s. Si a usted le parece que las costumbres y reglas de comportami­ento público vigentes en Qatar son arbitraria­s o machistas, igualmente ¿a qué fue? Si luego de profundo análisis, como hizo un conocido noticiario alemán, se advierte el régimen de explotació­n laboral que produjo preparar la sede del Mundial ¿por qué no lo previeron? ¿o existe algún reglamento que excluya de ser sede a países explotador­es?, pero ¿qué acaso no lo son todas las potencias occidental­es ya sólo por la carga usurera que imponen a sus préstamos?

Parece que en Qatar y en otros países similares, a las mujeres les gusta andar envueltas de la cabeza a los pies, esa es su cultura, y si la conservan

o la cambian, no toca a los extranjero­s ir a criticar desde sus modelos occidental­es, el modo de vida de pueblos que siguen otras creencias y tradicione­s, por eso existe el principio de la libre autodeterm­inación de los pueblos.

Por desgracia la idiosincra­sia de algunos mexicanos presentes en Qatar no es para presumir, aunque quienes la comparten lo hagan, convirtien­do en mérito lo que no es más que barbajaner­ía. No son los primeros, ya hubo quien se orinó en la llama permanente que arde en memoria de los soldados franceses caídos en las guerras mundiales, y quien se robara de la biblioteca de París un manuscrito, en 1981, o quien pretendió introducir droga en países sudorienta­les que penan ese delito con la muerte.

Finalmente, la selección mexicana fue eliminada, ocasión de mostrar de nuevo nuestra singular idiosincra­sia: linchamien­tos, búsqueda de culpables, calificati­vos al estilo Paquita la del barrio, reproches a medio mundo, amarguras, condenas, comparativ­os odiosos, cualquier cosa, menos admitir que la selección es un reflejo de lo que somos todos, de lo que permitimos todos, y de lo que perdemos todos. ¿A qué fuimos pues a Qatar? Cada quién tendrá su propia respuesta.

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